Mirando el cielo
primaveral me tropecé con tus pies, y tus pies me llevaron de la mano, y mi mano
te sonrió mirándote a los ojos. Y tus ojos me hablaron en un idioma que no conocía pero que inmediatamente entendí. Y al final de la conversación
sin palabras, bebí de tu alma,
porque mi alma tenía sed y tu sabor a miel me alimentó, con la solidez que alimenta
el calor al fuego, de ese fuego abrasador
que sin embargo no quema. Y con el reflejo de esa luz pegada todavía a mis cabellos me miré en el espejo y mi figura invisible me sorprendió por su belleza
habia flores y pajaros
y un cielo azul
con tu fragancia a rosas...
d/a
kris
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