Aquella tu sonrisa al aprobar mi mano que viste de caricias sensibles tus rincones desnuda la malicia que esconden los te amos que susurré en tu cuello esclavo en mis pasiones...
Y saltan uniformes los poros de tu cuerpo cual tibio escalofrío lamiéndote la espina, y entonces arrebatas la calma que conservo rasgándome cual gata y gimiendo como niña.
Importa poco aquello de si es o no escogido, planificado acaso, o surge en el momento, cuando el amor nos grita tan cerca del oído son mudas las razones y sordo el pensamiento...
Y vuelve por mi labios aquel licor sin nombre, de aquel sudor tan tuyo que es vino y es veneno, y vuelas, cubres, mojas mi elongación hombre y abrigo con mi pecho la cumbre de tus senos.
Aquella tu sonrisa que es cómplice a mi mano, vestida en blanca luna, desnuda, amante y tierna, es sólo un sí que mudo gritándome un te amo me entrega al paraíso mojado entre tus piernas.
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