Me preguntaba mil veces sin respuesta por qué mi cruz doblaba mis espaldas. Hablé con Dios mirando las estrellas, y sollozando dije: -"Es muy pesada".
Dios me hizo ver con toda su paciencia cuánto y por qué, equivocado estaba; y poco a poco empecé a darme cuenta, que mi cruz tornábase liviana.
Vi pasar miseria tan inmensa colgada en los harapos de una anciana. Vi a un joven muriendo de tristeza por una enfermedad que lo acosaba.
Una madre con toda su entereza, a su hijito con dolor sepultaba. También vi el hambre reflejada en la familia que sin trabajo estaba.
Luego miré mis manos... vivas, sanas, sobre ellas mi cruz se destacaba. De pronto dijo Dios: "Di cuánto pesa", y yo le dije: "Señor... no pesa nada".
de la red
|