Un hombre se acercó al filósofo Ramanuja y le pidió: –Muéstreme el camino hacia Dios. –¿Alguna vez te has enamorado de alguien? –¿Enamorarme? ¿Qué es lo que el gran maestro quiere
decir con eso? Yo me prometí a mí mismo que nunca
me aproximaría a una mujer; huyo de ellas como
quien intenta escapar de una enfermedad. Ni siquiera
las miro: cuando pasan, cierro los ojos para
concentrarme mejor en mi búsqueda espiritual. –Procura regresar mentalmente al pasado e intenta
descubrir si alguna vez, a lo largo de toda tu vida,
hubo algún momento de pasión que dejase
tu espíritu y tu cuerpo llenos de fuego. –He venido hasta aquí para aprender a rezar, no los
procedimientos para enamorarse de una mujer. Ramanuja se quedó en silencio durante
algunos minutos y, finalmente, dijo: –No puedo ayudarte. Si aún no has probado el amor,
nunca conseguirás sentir la paz de una oración.
Por tanto, regresa a tu ciudad, enamórate y
ven a buscarme de nuevo sólo cuando tu alma
esté colmada de momentos felices.
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