Afirmar en presente durante 21 días
te permitirá generar una vibración positiva
que será aceptada por el universo entero.
Capta la onda de tu pensamientoy la retiene ahí
hasta que la vida empieza a acomodar
los medios y las situaciones para que el deseo
que tu pediste se de por ley metafísica.Recuerda siempre que los pensamientos negativos
son los que viajan a mayor velocidad en el universo.
Todo lo que hoy es, todo lo que hoy está, lo que hoy sucede,
ha sido previamente pensado.Así que deshecha cualquier pensamiento que no te beneficie,
ni te haga sentir feliz.
Al final de tus afirmaciones debes repetir…
“Gracia Dios por haberme escuchado”. Si
pensáramos las cosas que damos por descontadas, en vez de apreciarlas
como si fueran regalos, la lista sería interminable. Abrir los ojos por
la mañana y poder ver todo lo que nos rodea, saltar de la cama, lavarnos y vestirnos sin necesidad de que nadie nos ayude, respirar sin
dificultad, andar, correr, bailar; todas ellas funciones básicas que
sólo apreciamos cuando caemos enfermos, tenemos un accidente o
envejecemos y empezamos a necesitar la ayuda de otras personas. Pero
incluso para los que no se valen físicamente por si mismos, quedan aún
razones para saborear la vida. En su relato, El Pequeño Herr
Friedemann, Thomas Mann describe el éxtasis de su protagonista
paralítico cuando comprende lo mucho que aún tiene que agradecer a la
vida. “Comprendió que todo puede disfrutarse y que es absurdo
distinguir las experiencias “felices” de las que no lo son. Aprendió a
aceptar las emociones tal como surgían ... fueran tristes o alegres ... y a amar la ternura que fluía de él ... porque aquella apacible
felicidad era creación suya”.
Reflexiona sobre todas esas capacidades que sueles considerar normales. ¿No es extraordinario que seas capaz de comer tú solo, de conducir,
recordar las cosas o cortarte las uñas sin ayuda? Intenta darte cuenta
de la presencia de Dios en todas tus tareas cotidianas y da gracias por
tu capacidad para realizarlas.
En cada instante de nuestra vida actuamos, tomamos decisiones que
nos afectan y afectan a los otros. Pero, con frecuencia desconocemos el
impacto que tienen las cosas que hacemos, muchas veces ni siquiera lo
imaginamos y otras aunque lo suponemos, no nos lo preguntamos.
Ocurre que estamos acostumbrados a pensar que solo lo heroico, lo muy
importante tiene una consecuencia que valga la pena mirar,
desvalorizamos lo cotidiano, lo que hace costumbre, como si esta no se
constituyera en un estilo de vida. Menos aún, pensamos que aquellas
cosas que hicimos muy ocasionalmente y dada una circunstancia muy
específica, puedan tener relevancia.
Sin embargo, la realidad es que todo lo que hacemos y lo que dejamos de
hacer tiene consecuencias, unas veces previsibles, otras insospechadas. Los efectos tienen un modo de manifestarse que guarda relación con la
idea de que si una mariposa aletea en el desierto, ello puede
desencadenar una tormenta en el otro lado del mundo. O con las
infinitas ondas que se desencadenan cuando arrojamos una piedra en el
agua.
Cada uno de nosotros guarda el recuerdo de una conversación, que marcó
una diferencia en nuestras vidas. Alguien me dijo: Una mañana observé a
mi
padre entristecerse porque no tenía como regalarle a mi hermano un
caballo, lo había visto acariciar el del vecino, a escondidas. Ese día
entendí que ser padre tiene que ver con ofrecer a los hijos
oportunidades para dar amor. No me había dado cuenta, pero actualmente
para mí también es crucial descubrir los deseos más íntimos, los menos
confesados, de mis hijos. No lo había notado pero así es. En ese
momento entendí la esencia de ser padre.
Qué amoroso sería contarle a ese padre esta historia. Para que pueda recoger lo que sembró. Tal vez él no haya olvidado la tristeza de ese
momento, pero probablemente ignora hasta qué punto ese episodio formó
el corazón de su otro hijo.
Desde luego, también hay episodios que no abren caminos sino que más bien los cierran. Sucesos que haciendo olas conducen al dolor. Es
posible, por ejemplo, un momento desafortunado de una madre que no acepta la caricia de la hija y le dice: gente melosa, gente amargosa, cambiando así el rumbo de la expresión afectiva de la niña. Y a partir
de ese momento ella desconfíe de las caricias.
En estas experiencias, lo primero es salir del resentimiento y
posteriormente hablar con el otro para generar olas de reconciliació n.
Reconozcamos que sanarnos del dolor nos permite descubrir nuestra
fuerza y recursos interiores.
Sin embargo, si desarrollamos la costumbre de preguntar al otro cómo lo
impacta lo que hacemos, si nos acostumbramos a reflexionar con el otro
sobre el curso que toma su experiencia, después de nuestra interacción,
tal vez no tengamos que esperar a que la ola se haya convertido en una
tormenta, para darnos cuenta de lo que hicimos.
Reconocer cuáles son los efectos de nuestras acciones se constituye en
un camino que nos conduce hacia la sabiduría. Quien no puede ver ni
reconocer las puertas que abrió con su comportamiento no puede saber
cuál es su sitio en la construcción del mundo en el que vive.
Uno de los ejemplos más claros de la imposibilidad de ganar es aquella
situación en la que nos enfrentamos con la agresión de una persona
pasiva. Se nos juzga, se nos declara culpables y se nos condena, sin
siquiera saber que hemos estado delante de un tribunal. El
comportamiento pasivo-agresivo es una trampa para las dos partes y una
de las peores faltas de sinceridad. Todos tenemos, a veces, esa
tendencia; somos pasivos-agresivos cuando levantamos obstáculos en el
camino de otra persona, en vez de decirle que nos ha herido con su
actitud; y lo somos cuando dejamos que otros tomen decisiones que nos
afectan, para luego odiarlos porque nos controlan. Tratar con
situaciones en las que nos sentimos desarmados es un asunto que
requiere valor y sinceridad y una continua dosis de sabiduría por parte
de los ángeles, pero estos siempre nos ayudarán pidiéndonos
sencillamente que nos comportemos con honradez y luego nos olvidemos
del problema e intentemos ser felices.
Cuando nos convertimos en el objetivo del ataque de una persona llena
de energía negativa, lo mejor es darnos cuenta de lo que pasa y pensar
con claridad. Una persona pasivo-agresiva quiere que la escuchen, pero
utiliza para ello medios que, a veces, pueden ser destructivos. Si la
situación es grave y no tenemos más remedio que enfrentarnos a ella,
pediremos ayuda a los ángeles y preguntaremos a esa persona qué le pasa
con nosotros. Luego nos mantendremos firmes, porque la falta de
honradez y sinceridad está en el aire y tiene tanta capacidad de
contagiarnos como el peor de los virus. Por eso, a veces, cuando el
aire está lleno de actitudes pasivas-agresivas, es mejor poner tierra
por medio.
Si continuamente hacemos cuentas de nuestros actos, no sabremos
interpretar lo que los demás hacen por nosotros. A veces tenemos
ciertas reglas en nuestra mente y esperamos que los demás las cumplan,
aunque ni siquiera nos molestamos en comunicarlas. Hay personas que
ponen pegas a una amistad porque calculan que la otra persona no les
dedica el tiempo debido. Otras creen que aquel amigo que le necesitó en
un momento de crisis, le debe algo, ¿qué le debe? ¿qué amistad es esa
que tiene que recordar las deudas? Es cierto que, a veces, llevar la
cuenta puede evitar posteriores resentimientos, por ejemplo, en los
asuntos relacionados con el dinero, pero pocas cosas en el terreno de
la amistad tienen un valor monetario, de modo que sería mejor abandonar
la idea de la deuda cuando se trata de amistades.
El cálculo de las deudas conduce al resentimiento, mientras que la
generosidad libremente compartida nos lleva al amor sin condiciones.
Será mejor echar cuentas con nosotros mismos y si no tenemos nada que
dar, no demos nada, pero pensemos siempre qué pasaría si los ángeles
quisieran pasarnos la cuenta de todo lo que hacen por nosotros.
La gratitud enaltece al Ser Humano. Si se siente triste, angustiado,
deprimido, enojado, ansioso, deseoso y/o cualquier emoción inferior, la
gratitud puede ser la opción para salir de ese estado, YA.
Se pueden hacer dos cosas con la gratitud fáciles y rápidas para traer paz al ser humano.
Una hacer una lista escrita por lo que está agradecido, sea lo más
exhaustivo posible. Segundo, hacer una meditación de gratitud, donde
usted con los ojos cerrados y en sentado en paz, luego de haber hecho
unas respiraciones profundas, entre en contacto con aquello que usted
agradece, entre en contacto con su alma por medio de la gratitud.
Puede ser un momento muy emotivo entrar en contacto con la gratitud. Si
se repite varias veces entonces su actitud hacia la vida será una de
gratitud, de abundancia, de prosperidad, de oportunidad y las actitudes
de rechazo, de carencia y de problema se irán.
De todos modos la vida es en su mayoría la actitud del ser humano hacia
lo externo desde lo interno. Los hábitos destructivos que aprendemos
nos reducen en tamaño, energéticamente hablando, lo que hace que
nuestra consciencia sea menor y nuestra vida más llena de sufrimiento.
Es muy fácil tomar un poco de tiempo para entrar en contacto con la
gratitud todos los días, sea escribiéndolo o meditándolo, pero
desarrollar la gratitud es esencial para la felicidad.
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