Un hombre de cierta edad llego a la clínica donde
trabajo muy temprano para hacerse curar una herida
leve, se le notaba que tenia prisa, preguntando en demasía
cuanto quedaba para terminar, así que le pregunté cual era
el motivo por el cual tenia tanta prisa. Me dijo que tenía que ir a una residencia para desayunar con
su mujer como todos los días, que vivía allí, me contó que
llevaba ya tiempo en ese lugar y que tenía un Alzheimer muy avanzado. Terminando la cura de la herida, le pregunté de nuevo
si ella se inquietaría mucho al llegar tarde esa mañana. -No, me dijo, ella ya no sabe quién soy, hace
ya casi cuatro años que no me reconoce. Entonces le pregunté extrañado. -Y si ya no sabe quién es usted ¿Por qué esa
necesidad de estar con ella todas las mañanas? Me sonrió y dándome la mano me dijo: -Ella no sabe
quién soy yo, pero yo si sé muy bien quién es ella. Anónimo
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