Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

ANGELES DEL AMOR
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 / *****۞*******/*** 
 ♥ PASCUA CRISTIANA ♥ 
 **** ۞*·-»¦«-*۞*·»¦« 
 ♥ EL LUGAR DE MERCEDERA ♥ 
 /**** ۞*·-»¦«-*۞*·»¦« ˜ ˜ ****** 
 ♥ NUESTRA SALUD ♥ 
 ♥ VEN ANGEL....♥ 
 /**** ۞*·-»¦«-*۞*·»¦« 
 ♥ AVATAR DE LA ERA DE ACUARIO ♥ 
 *·-»¦«-*۞*·-»¦«-*۞*·»¦« 
 ♥ YOGA ♥ 
 *·-»¦«-*۞*·-»¦«-*۞*·»¦« /* 
 ♥ MIS DESEOS PARA TI...♥ 
 *·-»¦«-♥ *۞*·-»¦«-♥ 
 
 
  Herramientas
 
General: A VECES LA APARIENCIA NO LO ES TODO.......BUENAS NOCHES AMORES
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Thamy  (Mensaje original) Enviado: 20/05/2010 20:32

 John Blanchard se levantó de la banca, alisó su uniforme

de marino y estudió a la muchedumbre que hormigueaba en la

 Grand Central Station. Buscaba a la chica cuyo corazón

conocía, pero cuya cara no había visto jamás, la chica con una rosa en su solapa.

Su interés en ella había empezado trece meses antes en una

biblioteca de Florida. Al tomar un libro de un estante, se sintió

intrigado, no por las palabras del libro, sino por las notas

escritas a lápiz en el margen. La suave letra reflejaba un alma

 pensativa y una mente lúcida. En la primera página del libro,

descubrió el nombre de la antigua propietaria del libro, Miss Hollis Maynell.

Invirtiendo tiempo y esfuerzo, consiguió su dirección.

Ella vivía en la ciudad de Nueva York. Le escribió una

carta presentándose e invitándola a cartearse. Al día

siguiente, sin embargo, fue embarcado a ultramar

para servir en la Segunda Guerra Mundial.

Durante el año y el mes que siguieron, ambos llegaron a

conocerse a través de su correspondencia. Cada carta

era una semilla que caía en un corazón fértil; un romance

comenzaba a nacer. Blanchard le pidió una

 fotografía, pero ella se rehusó.

Ella pensaba que si él realmente estaba interesado en ella,

su apariencia no debía importar. Cuando finalmente llegó

el día en que el debía regresar de Europa, ambos fijaron su

 primera cita a las siete de la noche, en la Grand

Central Station de Nueva York. Ella escribió: "Me

 reconocerás por la rosa roja que llevaré puesta en la

 solapa." Así que a las siete en punto, él estaba en la estación,

buscando a la chica cuyo corazón amaba,

 pero cuya cara desconocía.

Dejaré que Mr. Blanchard relate lo que sucedió después:

"Una joven venia hacia mí, y su figura era larga y delgada.

 Su cabello rubio caía hacia atras en rizos sobre sus delicadas

 orejas; sus ojos eran tan azules como flores. Sus labios

y su barbilla tenían una firmeza amable y, enfundada

en su traje verde claro, era como la primavera encarnada.

Comencé a caminar hacia ella, olvidando por completo

que debía buscar una rosa roja en su solapa. Al acercarme,

una pequeña y provocativa sonrisa curvó sus labios.

"¿Vas en esa dirección, marinero?" murmuró. Casi

incontrolablemente, di un paso para seguirla y en ese

momento vi a Hollis Maynell. "Estaba parada casi detrás

de la chica. Era una mujer de más de cuarenta años,

con cabello entrecano que asomaba bajo un sombrero gastado.

 Era bastante llenita y sus pies, anchos como sus tobillos,

 lucían unos zapatos de tacón bajo." "La chica del traje

 verde se alejaba rápidamente. Me sentí como partido

en dos, tan vivo era mi deseo de seguirla y, sin embargo,

tan profundo era mi anhelo por conocer a la mujer cuyo

espíritu me había acompañado tan sinceramente

 y que se confundía con el mío.

Y ahí estaba ella. Su faz pálida y regordeta era dulce e

inteligente, y sus ojos grises tenían un destello cálido

 y amable. No dudé más. Mis dedos afianzaron la gastada

cubierta de piel azul del pequeño volumen que haría que

ella me identificara. Esto no sería amor, pero sería

algo precioso, algo quizá aún mejor que el amor: una

amistad por la cual yo estaba y debía estar siempre agradecido.

Me cuadré, saludé y le extendí el libro a la mujer, a

pesar de que sentía que, al hablar, me ahogaba la

amargura de mi desencanto. "Soy el teniente John Blanchard,

y usted debe ser Miss Maynell. Estoy muy contento de que

 pudiera usted acudir a nuestra cita. ¿Puedo invitarla a cenar?"

La cara de la mujer se ensanchó con una sonrisa tolerante.

 "No sé de que se trata todo ésto, muchacho," respondió,

 "pero la señorita del traje verde que acaba de pasar me

suplicó que pusiera esta rosa en la solapa de mi abrigo. Y me

 pidió que si usted me invitaba a cenar, por favor le dijera

que ella lo esta esperando en el restaurante

 que esta cruzando la calle."

No es difícil entender y admirar la sabiduría de Miss

Maynell. La verdadera naturaleza del corazón se descubre

en su respuesta a lo que no es atractivo.

 "Dime a quién amas," escribió Houssaye,

 "y te diré quién eres.".

  

 



Primer  Anterior  2 a 2 de 2  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: angelvioleta Enviado: 21/05/2010 00:47


 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados