Rompe su sueño el órgano, y resuena como una selva virgen de rugidos, timbales y relámpagos buidos. y las bóvedas brincan en la escena.
Ya en calma, su dulzura amiga estrena, como un ave, sus cantos no aprendidos, adelgaza, celestes, sus sonidos y, todo luz, el aire se serena.
Y penetra en tu alma todo el oro dulce de una armonía nunca escrita ni hablada ni cantada. Es otro coro
que, en su embeleso, llega hasta la playa del silencio y su música infinita... Y en sus brazos el alma se desmaya.
Rafael Alfaro
He pagado mis deudas, he cortado mis ataderas, las puertas de mi casa están abiertas, he olvidado mis amores: ¡soy libre, y me voy por el ancho mundo! En cuclillas, agrupados en su rincón, los otros tejen la tela gris de sus vidas, o cuentan su oro entre el polvo, o beben su triste vino, o cantan lánguidas canciones: y me llaman para que regrese a su lado. Pero yo he forjado mi espada y he vestido mi armadura, y mi caballo piafa de impaciencia. ¡Soy libre, es la mañana y parto a conquistar mi reino. El alma del poeta danza y delira sobre la ola de la vida, entre el clamor de vientos y mareas. Y cuando el sol esconde su frente y el cielo entristecido cae sobre el mar como los párpados sobre los ojos fatigados, el poeta, dejando su pluma y con la cabeza en la mano, deja huir su pensamiento hacia el abismo del silencio, hacia la niebla del eterno secreto.
Rabindranath Tagore
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