Abrió
paso a la luz
a
través de sus ojos;
iris dulzura
fiel.
Insertó
su mirada
en
la mía de distintos
mundos,
y
prendio su candor
ampliando
las notas
de
la solfa mayor.
Colocó
a hurtadillas
en
mi triste corazón
sarta
de hermosísimas
cuentas
y
allí a mí me encontró.
Ante
mi alma volcó,
en
insólito afán,
de
su inmenso calor;
Caminó
por mis venas
de
enramadas sin fin.
Fue
ya el no despertar
nuestra
gran obsesión.
Ahora
vamos sin rumbo
como
en vals de las
olas
con
ligeras alforjas
y
un poema sin fín.
Después
de diez mil horas
comenzando
un hoy,
allá
en la lontananza,
donde
el día se va,
una
nube sellaba
la
canción del amor.
Y
ocurrió entre dos luces,
como
un grito sin voz;
en
silencio y sin
hiel,
entonando el
acento
del
azul-verde mar.
De
estos dos corazones
nuestro
mundo surgió.
y hoy vibramos
en un solo corazon...