Cada vez que te sueño, cada vez, toda vez,
suprimo la distancia, creandote a mi lado;
se me alberga en la mente la intima insensatez
de que nunca has venido, que nunca te he soñado,
porque te he hecho tan mi0 que no has estado aparte,
eres casi yo misma, bajo mi piel te agitas;
por eso ni te añoro ni tengo que esperarte,
tu, mi sueño dorado, que en mis sueños habitas.
Puedo, al mirarte, ver los pensamientos
que tu misma aun no sabes que has tenido;
en ti he estado en tal modo sumergido
que si desde el tejado a los cimientos.
He visto gozo, sueños, desalientos,
y te he visto en el miedo aun no vencido;
por mi alborozo tu alegria mido,
por mis desolaciones, tus lamentos.
Tu rostro me habla si tus labios callan,
y en tu quietud unanimes estallan
rojos ocasos, palidos albores.
!Que silencio sensual tan elocuente!
Te escucho desde el centro de tu mente
y oigo en tu piel redoble de tambores.
Franciso Alvarez Hidalgo