Cada vez que te cruzas con un hermano, hay tres cuerdas que puedes pulsar en él…, y según la que toques, será tu mano, la que le asigne uno…u otro papel…
Si en tu actitud lo juzgas, tal vez, de necio, -haciéndole sentir que no es querido-, al pulsar esa cuerda de tal desprecio, ¡sólo obtendrás un áspero chirrido!
Y si tu impronta es fría…o indiferente…, pulsarás en el otro su cuerda gris…, y el sonido que obtengas del que está enfrente, ¡tendrá las oquedades de ese matiz…!
Pero si tu, con gesto dulce y seguro, pulsas su cuerda noble y angelical, el sonido que escuches será tan puro ¡como una campanilla de cristal!
Hallamos en el otro, eso que somos…, y esa música ignora toda distancia…, y el tiempo no la afecta ni por asomo… ¡porque vibra tan sólo por resonancia!
Los sonidos, amigo, que te rodean… ¡tu los has propiciado por inducción!, que la cuerda que pulsas -sea la que sea-…, ¡primero la pulsaste en tu corazón!
(Y si aquella que tocas con más frecuencia, es la misma que en ti va predominando…, dime, querido hermano…: con tu presencia…, ¿qué música, a tu paso…, vas convocando…?)
La vida es una oportunidad, aprovéchala. La vida es belleza, admírala. La vida es beatitud, saboréala. La vida es un sueño, hazlo realidad.
La vida es un reto, afróntalo. La vida es un juego, juégalo. La vida es preciosa, cuídala. La vida es riqueza, consérvala. La vida es un misterio, descúbrelo.
La vida es promesa, cúmplela. La vida es amor, gózalo. La vida es trsiteza, supérala. La vida es un himno, cántalo. La vida es una tragedia, domínala.
La vida es aventura, vívela. La vida es felicidad, merécela. La vida es .... vida, ........