A Margi se la hacía cada vez más pesado tener que ir
a dormir al colegio mayor. Compartía habitación con Susi,
una veinteañera empollona y arisca con la que no
llegaba a congeniar. Por eso, cuando su novio Alex le
pidió que se quedara a dormir con él, no se lo pensó
dos veces. Aunque era un poco tarde, no tuvo más remedio
que ir al colegio para recoger algunos objetos de aseo
personal, el pijama y una muda. Subió hasta la habitación,
y por no despertar a su compañera, ni siquiera encendió la
luz. A tientas, recogió todo lo que necesitaba y bajó
apresuradamente las escaleras. Al día siguiente, cuando
volvió a la escuela, descubrió que había un gran
revuelo cerca de la puerta de su habitación.
Muchos curiosos y varios policías entrando y saliendo de
su cuarto. Un agente uniformado se le acercó:-Disculpe,
señorita -dijo el policía en tono serio-. ¿Vive usted en
esta habitación?-Pues sí. ¿Ocurre algo? -le respondió
inquieta.-¿Entró usted anoche en este cuarto? -preguntó
nuevamente el policía.-Siiií -respondió-, estuve aquí a
eso de la una, pero sólo para recoger un par de cosas,
enseguida me marché porque mi novio me esperaba
abajo y no quería hacerle esperar.
-¿No notó nada raro? ¿No encendió usted la luz?-No, ¿por qué?
-Le faltaba el aire a causa de la angustia. El policía
compuso una sombría expresión.-Su compañera de
cuarto ha aparecido esta mañana apuñalada. El desalmado
que lo hizo, primero la violó y luego la mató. Creemos
que estaba aquí escondido cuando usted entró; hemos
encontrado una enigmática pintada en la pared
hecha con lápiz de labios; dice así:”¡Suerte
que no encendiste la luz!”.
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