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Respuesta  Mensaje 1 de 5 en el tema 
De: angelvioleta  (Mensaje original) Enviado: 24/06/2010 14:05
   Un abuelo y su nieto se encaminaron un día a una aldea
vecina para visitar a unos familiares,
por lo que se acompañaron de un borrico a fin de hacer
más llevadera la jornada. Iba el muchacho montado
en el burro cuando al pasar junto al pueblo oyeron:-¡
Qué verguenza! El jovencito tan cómodo en el burro
y el pobre viejo haciendo el camino a pie...
   Oído esto decidieron que fuera el abuelo en la montura
y el joven andando.Pero al pasar por otra aldea escucharon:
-¿Viste al egoista? Él bien tranquilo en el burro, y el muchachito caminando...
   Entonces acordaron que lo mejor sería montar
los dos en el jumento y así atravesaron otro pueblo,
donde unos lugareños les gritaron:
-¿Qué hacéis vosotros?¡Los dos subidos en el pobre animal!...
¡Qué crueldad.vaís a terminar reventándolo!
   Vista la situación,llegaron a la conclusión de que
lo más acertado era continuar a pie los dos para no
tener que soportar más comentarios hirientes.
    Pasaron por otro lugar y tuvieron que oír cómo les decían:
-¡Tontos! ¿Cómo se os ocurre ir andando teniendo un burro?  
    
 
KRIS
 
click to zoom
http://www.servisalud.com/images/burro.jpg


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Respuesta  Mensaje 2 de 5 en el tema 
De: angelvioleta Enviado: 24/06/2010 18:31
http://pacomova.eresmas.net/imagcuentos/cenicienta/img/4.jpg

Respuesta  Mensaje 3 de 5 en el tema 
De: angelvioleta Enviado: 28/06/2010 02:33
 

Hacía meses que un hombre vivía asustado por unos pensamientos terribles que lo angustiaban... sobretodo en las noches.  Se iba a la cama temiendo no ver el amanecer del siguiente día y no conseguía dormirse hasta que el sol despuntaba, a veces apenas una hora antes de tener que levantarse para ir a su trabajo.  Cuando supo que "El Iluminado" pasaría la noche en las afueras del pueblo, se dio cuenta de que tenía en sus manos una oportunidad única, ya que no era frecuente que los viajeros pasaran, ni siquiera cerca, de ese poblado perdido entre las montañas.
 
La fama precedía al misterioso visitante, y aunque nadie lo había visto, se decía que el maestro tenía respuestas a todas las preguntas.  Por eso esa madrugada, sin que ninguno de su casa lo notara, lo fue a ver a la tienda que le habían avisado, había armado junto al río.
 
Cuando llegó, el sol recién había terminado de separarse del horizonte.  Encontró al "Iluminado" meditando.  Esperó respetuosamente hasta que el maestro notó su presencia...  En ese momento y como si lo estuviera esperando, giró hacia él y con una plácida expresión, lo miró a los ojos en silencio.
 
- Maestro, ayúdame, - dijo el hombre- Pensamientos terribles asaltan mis noches y no tengo paz ni ánimo para descansar y disfrutar de las cosas que vivo.  Dicen que tú lo resuelves todo.  Ayúdame a escapar de esta angustia...
 
El maestro sonrió y le dijo:  - Te contaré un cuento-:
 
 
"... Un hombre rico mandó a su criado al mercado en busca de alimentos.  Pero a poco de llegar allí, se cruzó con la muerte que lo miró fijamente a los ojos.  El criado palideció del susto y salió corriendo dejando tras de sí las compras y la mula.  Jadeando, llegó a casa de su amo:
 
- ¡¡Amo, amo!!, por favor, necesito un caballo y algo de dinero para salir ya mismo de la ciudad... Si salgo en este momento, quizás llegue a Tamur antes del anochecer... por favor amo, por favor...!!
  
El señor le preguntó sobre el motivo de tan urgente pedido y el criado le contó a borbotones su encuentro con la muerte.
  
El dueño de casa pensó un instante y alargándole una bolsa de monedas le dijo: 
  
- Bien sea.  Vete.  Llévate el caballo negro que es el más veloz que tengo-.
  
- Gracias amo - dijo el sirviente y, tras besarle las manos, corrió al establo, montó en el caballo y partió velozmente hacia la ciudad de Tamur.  Cuando el sirviente se hubo perdido de vista el acaudalado hombre caminó hacia el mercado buscando a la muerte.
 
- ¿Porqué asustaste a mi sirviente? - le preguntó en cuanto la vió.
 
- ¿Asustarlo yo? - preguntó la muerte.
 
- Si, -dijo el hombre rico- él me dijo que hoy se cruzó contigo y lo miraste amenazante.
 
- Yo no lo miré amenazante -dijo la muerte- lo miré sorprendida.   ¡¡No esperaba verlo aqui esta tarde, porque se supone que tengo que recogerlo en Tamur esta noche!!
 
 
-¿Entiendes?- preguntó "El Iluminado" al hombre.
 
-Claro que entiendo, maestro, intentar escapar de los malos pensamientos es salir a buscarlos.   Huir de la muerte es ir a su encuentro.
 
-Así es.
 
-Tengo tanto que agradecerte, maestro...- dijo el hombre - siento que desde esta misma noche dormiré tan tranquilo recordando este cuento que me levantaré sereno cada mañana...
 
-Desde esta noche... -interrumpió el anciano- no habrá más mañanas.
 
-No entiendo -dijo el hombre.
 
-Entonces... no entendiste el cuento.
 
El hombre, sorprendido, miró al "Iluminado"
y vió que la expresión de su cara, ya no era la misma...
 
 
JORGE BUCAY
 
 
 


Respuesta  Mensaje 4 de 5 en el tema 
De: angelvioleta Enviado: 28/06/2010 02:37

http://blogs.que.es/blogfiles/josetxu/felicidad1.jpg

Un día, una voz familiar en el teléfono me dice: 

-Sal a la calle que hay un regalo para tí.

Entusiasmado, salgo a la vereda y me encuentro con el regalo. Es un precioso carruaje estacionado justo, justo frente a la puerta de mi casa. Es de madera de nogal lustrada, tiene herrajes de bronce y lámparas de cerámica blanca, todo muy fino, muy elegante, muy "chic". Abro la portezuela de la cabina y subo. Un gran asiento semicircular forrado en pana bordó y unos visillos de encaje blanco le dan un toque de realeza al cubículo. Me siento y me doy cuenta que todo está diseñado exclusivamente para mí, está calculado el largo de las piernas, el ancho del asiento, la altura del techo... todo es muy cómodo, y no hay lugar para nadie más.

Entonces miro por la ventana y veo "el paisaje": de un lado el frente de mi casa, del otro el frente de la casa de mi vecino... y digo: "¡Qué bárbaro este regalo! "¡Qué bien, qué lindo...!" Y me quedo un rato disfrutando de esa sensación.

Al rato empiezo a aburrirme; lo que se ve por la ventana es siempre lo mismo.

Me pregunto: "¿Cuánto tiempo uno puede ver las mismas cosas?" Y empiezo a convencerme de que el regalo que me hicieron no sirve para nada.

De eso me ando quejando en voz alta cuando pasa mi vecino que me dice, como adivinándome:

-¿No te das cuenta que a este carruaje le falta algo?

Yo pongo cara de qué-le-falta mientras miro las alfombras y los tapizados.

-Le faltan los caballos - me dice antes de que llegue a preguntarle.

Por eso veo siempre lo mismo -pienso-, por eso me parece aburrido.

-Cierto - digo yo.

Entonces voy hasta el corralón de la estación y le ato dos caballos al carruaje. Me subo otra vez y desde adentro les grito:  -¡¡Eaaaaa!!

El paisaje se vuelve maravilloso, extraordinario, cambia permanentemente y eso me sorprende.

Sin embargo, al poco tiempo empiezo a sentir cierta vibración en el carruaje y a ver el comienzo de una rajadura en uno de los laterales.

Son los caballos que me conducen por caminos terribles; agarran todos los pozos, se suben a las veredas, me llevan por barrios peligrosos.

Me doy cuenta que yo no tengo ningún control de nada; los caballos me arrastran a donde ellos quieren. Al principio, ese derrotero era muy lindo, pero al final siento que es muy peligroso.

Comienzo a asustarme y a darme cuenta que esto tampoco sirve.

En ese momento veo a mi vecino que pasa por ahí cerca, en su auto. Lo insulto: -¡Qué me hizo!

Me grita: -¡Te falta el cochero!

-¡Ah! - digo yo.

Con gran dificultad y con su ayuda, serenó a los caballos y decido contratar un cochero. A los pocos días asume funciones. Es un hombre formal y circunspecto con cara de poco humor y mucho conocimiento.

Me parece que ahora sí estoy preparado para disfrutar verdaderamente del regalo que me hicieron. Me subo, me acomodo, asomo la cabeza y le indico al cochero a dónde ir.

Él conduce, él controla la situación, él decide la velocidad adecuada y elige la mejor ruta.

Yo... Yo disfruto el viaje.

Hemos nacido, salido de nuestra casa y nos hemos encontrado con un regalo: nuestro cuerpo.

A poco de nacer nuestro cuerpo registró un deseo, una necesidad, un requerimiento instintivo, y se movió. Este carruaje no serviría para nada si no tuviera caballos; ellos son los deseos, las necesidades, las pasiones y los afectos.

Todo va bien durante un tiempo, pero en algún momento empezamos a darnos cuenta que estos deseos nos llegaban por caminos un poco arriesgados y a veces peligrosos, y entonces tenemos necesidad de orientarlos. Aquí es donde aparece la figura del cochero: nuestra cabeza, nuestro intelecto, nuestra capacidad de pensar racionalmente.

El cochero sirve para evaluar el camino, la ruta. Pero quienes realmente tiran del carruaje son tus caballos.

No permitas que el cochero los descuide. Tienen que ser alimentados y protegidos, porque... ¿qué harías sin los caballos? ¿Qué sería de ti si fueras solamente cuerpo y cerebro? Si no tuvieras ningún deseo, ¿cómo sería la vida? Sería como la de esa gente que va por el mundo sin contacto con sus emociones, dejando que solamente su cerebro empuje el carruaje. Obviamente tampoco puedes descuidar el carruaje, porque tiene que durar todo el trayecto. Y esto implicará reparar, cuidar, afinar lo que sea necesario para su mantenimiento. Si nadie lo cuida, el carruaje se rompe, y si se rompe se acabó el viaje.

   (Jorge Bucay) 

Respuesta  Mensaje 5 de 5 en el tema 
De: angelvioleta Enviado: 28/06/2010 02:40

Aquí puedo ser yo mismo

 

            Yo estaba caminando por el jardín de un asilo de locos, cuando encontré a un joven leyendo un libro de filosofía. Por su forma y por la salud que mostraba no combinaba mucho con los otros internos. Me senté a su lado y le pregunté:

-        ¿Qué estás haciendo aquí?

Él me miró sorprendido, pero viendo que no era uno de los médicos respondió:

-        Es muy simple. Mi padre, un brillante abogado, quería que yo fuera como él. Mi tío que tenía un alto puesto comercial, quería que yo siguiera su ejemplo. Mi madre deseaba que yo fuera la imagen de su adorado padre. Mi hermana siempre me citaba a su marido como ejemplo de un hombre de éxito. Mi hermano trataba de entrenarme para que yo fuera un buen atleta como él. Y lo mismo ocurría con mis profesores en la escuela, el maestro de piano, el tutor de inglés; todos estaban convencidos y seguros de que eran el mejor ejemplo a seguir. Nadie me miraba como se debe mirar a un hombre, sino como se mira a un espejo. Así fue que decidí internarme en este asilo. ¡Por lo menos aquí puedo ser yo mismo!

Khalil Gibran (1883-1931)

El loco

 

Vincent Van Gogh

Banco de piedra en el jardín del Hospital de Saint-Paul

1889 Óleo sobre lienzo


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