Un lugar situado en el boque, en un claro a ser posible,
tranquilo, limpio, rodeado de piedras y árboles.
Si dicha área tenía como parapetos a los Robles,
que es uno de los árboles sagrados Celtas por excelencia.
Los cuartos del Círculo druídrico: Se establecían cuartos,
estableciendo los cuatro puntos cardinales;
que antaño correspondían a funciones dentro de la Tribu misma, relacionados con direcciones telúricas,
con ciudades míticas, tesoros épicos a modo de talismanes
y druidas legendarios.
Primero el Oeste, punto atribuido al conocimiento,
llamado “Fios”, su ciudad mítica es Gorias,
la ciudad que brilla como el fuego,
“Fortaleza Ardiente” relacionado con la lanza de Lugh
(Dios Druida).
Segundo es el Norte, atribuido a la Balla, llamada “Cath”,
su ciudad mítica es Findias,
la ciudad de Dann (maestro druida).
Tercero el Este, atribuida a la prosperidad “Bláth”,
la cuidad mítica era Murias, “Fortaleza del Mar”.
La cuarta y última el Sur estaba atribuido a la Canción “Séis”,
la ciudad mítica es Fálias, “La fortaleza de la Estrella”.
Relacionado con la piedra “Lia Fáil”,
la que solía gritar en la coronación de los reyes en Irlanda.
Además de las cuestiones por eficiencia,
el número cuatro tiene connotaciones místicas, druídicas y célticas, como: cuatro son las fases de la luna: Llena, Menguante, Nueva y Creciente.
Cuatro son los animales primarios totémicos: Jabalí, Ciervo, Águila y Salmón.
Cuatro son los tesoros míticos de los Celtas: La lanza de Lugh, La espada de Nuada, El caldero del El Dios Dagda y la Piedra de Fáil.
En la relación de las divisiones de las funciones Celtas en Irlanda hallamos cuatro condados: Connaugh, al Oeste, en correspondencia con la ciencia y el conocimiento.
Ulster, al Norte, afin con la batalla.
Lienster, al Este enlazado con la prosperidad.
Munster, al Sur, en conexión con la música o canción.
El altar: La única Luz que solían tener era la de la iluminación de la Awen,
y aquella tenue que proporcionaban las llamas de las velas de cera virgen de abeja .
Se encendían con la mano principal, encendidas por otra vela;
que simbolizaban el elemento fuego.
Un recipiente metálico con agua,
que alude al elemento agua.
Un recipiente con tierra o sal, “la magia blanca”,