Tiempo
La noche se rompía en nuestras manos.
Nos sitiaba el invierno.
Y tú estabas allí, desde la almena
de unos ojos adversos,
engañándome, irguiéndote, llamándolo.
Sin palabras. Sin gestos.
En tu mirada, un río de diamante
me arrojaba, sin cólera, del tiempo.
Jaime Torres Bodet