Si contamina, paga
Con el SDDR, el consumidor paga 25 céntimos de euros al comprar cada bebida y luego recupera esa cantidad cuando devuelve en envase vacío
en cualquier establecimiento (incluso gasolineras) que le venga bien.
Si lo tira, no lo cobra, aunque alguien lo recogerá para hacerse con su
dinero: personas de escasos recursos y niños se aprovechan de la dejadez
de los contaminadores. Es la puesta en práctica del lema: quien contamina paga.
Para facilitar el depósito, los grandes y medianos supermercados
berlineses han instalado grandes máquinas de recogida en el interior de
sus instalaciones. Mediante un sistema informático, se contabilizan
todas las unidades que llegan para saber con exactitud lo que tienen y,
por tanto, el dinero que deben recuperar. En los establecimientos pequeños, sin capacidad para financiar esta infraestructura, los envases se recogen en bolsas y se llevan a plantas de conteo para su clasificación. Un sofisticado sistema de seguridad evita el fraude.
En Alemania, en siete años, se ha conseguido la recuperación del 98,5% de los envases: un total de 16.000 millones de unidades al año.
Allí, el sistema funciona mediante acuerdos bilaterales de los
comerciantes con los productores, pero en Escandinavia, y esa la
propuesta para España, hay un centro de control de depósitos que
gestiona cuantas devoluciones hay en cada punto, que no tienen por qué
coincidir con las ventas.
"Nuestro objetivo es que este sistema se introduzca en la reforma Ley de Residuos,
que se tiene que hacer próximamente ahora", señala el portavoz de
Retorna, Gustavo Catalán Deus. Con el fin de que se conocieran las
ventajas del SDDR, esta semana invitaron a Berlín a los responsables del
Ministerio de Medio Ambiente que trabajan en la modificación
legislación.
Máquinas en las tiendas
Desde la Fundación Catalana para la Prevención de Residuos, miembro
de Retorna, Víctor Mitjans recordaba que "es injusto que todos los
ciudadanos paguen la recogida de la basura de quienes contaminan".
El SDDR también supone una inversión previa para quienes instalan las máquinas en sus negocios, que cuestan unos 20.000 euros,
o tienen personal destinado al sistema, es decir, los comercios. "No es
cierto que les suponga una pérdida. En Alemania ganan dinero porque se
quedan el dinero de quienes no reciclan y luego venden el material a los
productores para hacer nuevos envases", apunta María Elander, de la ONG
medioambiental Deutsche Unwelthilfe.
En España, en lugar de estos acuerdos bilaterales, habría un centro de control que gestionaría los depósitos.
Este centro sería el responsable de que funcionara el ciclo: un
productor cobra los 25 céntimos al supermercado, que los recupera del
consumidor para pagarle. Ese dinero, el productor lo envía al centro de
control. Por otro lado, el comercio contabiliza cuantas devoluciones de
dinero ha hecho a sus clientes para que se las pague ese mismo centro.
También envía al centro de control el material recogido, que éste
vende para hacer nuevas botellas, nuevas latas y nuevos briks de zumo o
botellas de cristal, que son los envases que admite el SDDR. Con ese
dinero, y el de los consumidores que no reciclan, el centro de control paga al comercio los 25 céntimos por unidad más una pequeña comisión que le permite amortizar los gastos, e incluso ganar dinero. El círculo se cierra.
"Con el SDDR ya no se encuentra ni un envase en Alemania con el logotipo que indica que es retornable. Y se recicla el 100% de lo que se recoge, sin gastar energía en limpiarlos o sin generar emisiones al quemarlos", insiste Elander.
En el Ministerio de Medio Ambiente han comunicado a Retorna que han
incluido en el borrador de la nueva ley de residuos parte de sus
alegaciones y más de 100 ayuntamientos catalanes han firmado mociones a
favor de su implantación en España. Quizás en unos meses, los restos de
cualqier 'botellón' coticen en las calles. En una noche, se podrá sacar
una pequeña fortuna limpiando las calles.
Articulo del diario El Mundo.
La solución de la basura.
Que vivan felices.
Saludos de Mercedera.