En realidad no existe limitación alguna a lo que podemos pedirles ni hay nada malo en pedir cualquier cosa que necesitemos, ya se trate de bienes de carácter material, mental o espiritual, con la confianza que nos serán concedidos. “Todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis” (Mateo 21-22), siempre que no existan impedimentos de un orden superior y siempre que su consecución sea positiva para nosotros y no perjudique a nadie. Podría pensarse que ellos ya deberían conocer nuestras necesidades y dedicarse a atenderlas sin que tuviésemos que decírselo expresamente, pero el hecho es que así como funciona el universo y al efectuar la petición estamos dando el primer paso que pone en marcha todo el mecanismo. Las peticiones de naturaleza económica suelen ser las más abundantes – ello muestra claramente nuestras inclinaciones – y no creo que necesiten mayor explicación. Podemos también pedirles que se afinen nuestras facultades mentales, nuestra inteligencia, nuestra memoria y nuestra comprensión. Podemos solicitar su guía y su opinión sobre alguna decisión que debamos tomar y sobre la que tengamos ciertas dudas – en estos casos es absolutamente necesario estar atentos a nuestra facultad intuitiva, ya que su respuesta nos llegará posiblemente a través de ella, o quizás en sueños, pero siempre de forma inesperada. Especial atención hay que dedicar a las coincidencias, pues muchas veces es así como ellos nos indican su parecer o la dirección más apropiada para nuestros pasos. Podemos igualmente solicitar su ayuda para que intercedan por nosotros ante otra persona cuyo comportamiento o actitud consideramos injusta o inapropiada. Podemos en fin, pedir cualquier tipo de bienes para terceros, familiares, amigos o conocidos. Las peticiones de orden espiritual son atendidas con un cuidado especial por los ángeles y tal vez sea éste el campo que más dificultad entraña y en el que su ayuda sea más efectiva. En realidad sólo el individuo puede superarse a sí mismo, no es posible la ayuda exterior. Nuestras potencias perfectibles radican en el yo místico, en lo incomunicable. Nadie de fuera nos puede ayudar en esto. Ahora bien, ¿están los ángeles fuera o dentro de nosotros? Al parecer están tanto fuera como dentro de nosotros, no ocupan ningún lugar, son como pensamientos, participando de algún modo de nuestra naturaleza, y al mismo tiempo de la naturaleza de Dios – quien no guste de la palabra Dios puede sustituirla por Ser, Esencia, Divinidad, Ser Supremo, Madre Naturaleza, etc. En realidad los seres humanos somos simples manifestaciones del Creador, como lo son los árboles, las flores y los ríos. Somos parte de El, pero desgraciadamente no tenemos conciencia de ello y parece que nuestro largo peregrinar por los mundos físico y espiritual tiene una finalidad única: hacernos recobrar esa perdida conciencia de que somos hijos de Dios, de que somos Dios. Los ángeles también son Dios, pero evidentemente están menos desconectados que nosotros. ¿Quién mejor que ellos para indicarnos el camino correcto y el método adecuado para lograr de nuevo esa conexión? Y si toda la relación angélica tiene que ver con la intuición, la importancia de esta facultad es primordial cuando se trata de nuestro progreso interno, de la evolución espiritual del individuo. Digo individuo porque esta evolución no suele tener nada que ver con el grupo y menos con la multitud. Es en la interioridad del hombre donde se dan los anhelos de perfección, no en las tertulias ni en las reuniones sociales.
Así, no existe límite alguno para lo que podemos pedir, si bien únicamente se nos concederá en tanto no perjudique ni dañe a ninguno de los implicados. En ocasiones, es posible que nuestra ceguera nos haga pedir algo que en realidad va en contra de nuestros propios intereses y que no es ni mucho menos lo más conveniente para nosotros. En estos casos tal vez los ángeles nos proporcionen un sustituto elegido por ellos, algo que estando todo lo cerca posible del objeto de nuestra petición y siendo muy semejante a él, no resulte perjudicial para nosotros ni para nadie más. Cuando se dan estas circunstancias, recibiremos siempre alguna señal inequívoca, que nos permita identificar su respuesta y que nos haga ver lo incongruente de nuestra solicitud original.