VIGILIA PERMANENTE
Texto de: Memorias de la Madre María, Madre de Jesús Madre María
.. De mí se requirió que —completamente consciente— montara guardia en
esa ladera durante el tiempo que tomara la crucifixión de Jesús. Creo
que les gustaría saber qué me pasaba por la mente mientras que mantenía
mi vigilancia. Pues bien, me paré firme y sostuve el Concepto Inmaculado
de la Vida Eterna en mi conciencia, esforzándome por duplicar en el
cuerpo físico la Iniciación por la cual había pasado victoriosamente
antes de que Jesús y Yo encarnáramos. Allí mantuve mi postura y sostuve
el foco Crístico concentrado de la Llama de la Resurrección para mi
Hijo, y para hacer esto concentré la totalidad de mis energías en un
patrón feliz de nuestra experiencia de vida.
.. Me puse a recordar el Concilio en que el Señor Maitreya, en Su gran
misericordia y benevolencia, me ofreció la oportunidad de sostener el
Concepto Inmaculado del Hombre Divino ante las presiones de la
Iniciación. Durante dicha Iniciación, los vientos espirituales soplaron y
las presiones de pensamientos y sentimientos en mi interior—tanto
propios como los dirigidos hacia mí por la Hermandad— trataron de romper
mi concentración, de interferir con mi patrón de pensamiento y
sentimiento para que permitiera la intrusión de otras ideas -¡hasta de
ideas buenas!!— y distraerme de la visualización de la Imagen perfecta
que estaba sosteniendo. Recordé la dulce voz del Señor Maitreya (al
concluir las tres horas de Iniciación) cuando dio su bendición,
diciendo: “Está bien, María. Sin embargo, recuerda que los vientos que
has sentido, las presiones que has conocido en la plena libertad de tus
cuerpos internos, no son nada comparado con lo que la conciencia de la
humanidad, —en total impureza, egoísmo, discriminación y maldad—
dirigirá hacia ti, tu cónyuge y tu Hijo ¡una vez que haya comenzado la
misión!”
.. Al hacerle frente a los vientos en la cima del Calvario al tiempo
que veía la codicia en las conciencias de aquéllos que se regodeaban con
el espectáculo y gozaban de él, recordé bien aquellas palabras, y con
todas las fibras y células de mi ser, me aferré a ese Concepto
Inmaculado del Cristo Resucitado, levantado y respirando. Con todas y
cada una de las células y átomos de mi ser, invoqué al Señor Maitreya, a
la Amada Vesta, al Amado Helios, al Amado Gabriel, y a todos Aquellos
que me habían dado asistencia. "¡Oh Dios! ¡Oh Dios!" —clamé—, "ayúdame
ahora en el mundo de las experiencias, al estar ahora en este cuerpo de
carne y ser parte del cuerpo mental y emocional de esta Tierra, ayúdame a
sostener este Concepto Inmaculado durante estas horas."
.. amorosamente, hannah
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