El ajedrez y el grano de trigo
Cuando
un matemático oriental inventó
el admirable juego de ajedrez,
quiso el
monarca de Persia conocer
y premiar al inventor.
Y cuenta el árabe
Al-Sefadi que el rey
ofreció a dicho inventor concederle
el premio que
solicitara.
El matemático se contentó con pedirle
1 grano de
trigo por la primera casilla
del tablero de ajedrez, 2 por la segunda,
4
por la tercera y así sucesivamente,
siempre doblando,
hasta la última
de las 64 casillas.
El soberano persa casi se indignó de una petición que,
a su parecer,
no había de hacer honor a su liberalidad.
¿No quieres nada más? preguntó.
Con eso me bastará, le respondió el matemático.
El rey dio la orden a su gran visir de que,
inmediatamente, quedaran satisfechos
los deseos del sabio.
¡Pero cuál no sería el asombro del visir,
después de hacer el cálculo,
viendo que era imposible dar cumplimiento a la orden!
Para darle al inventor la cantidad que pedía,
no había trigo bastante en los
reales graneros,
ni en los de toda Persia, ni en todos los de Asia.
El rey tuvo que confesar al sabio que no podía cumplirle
su promesa, por no ser bastante rico.
Los
términos de la progresión arrojan, en efecto,
el siguiente resultado:
diez y ocho trillones,
cuatrocientos cuarenta
y seis mil setecientos
cuarenta y cuatro billones,
setenta y tres mil setecientos nueve
millones,
quinientos cincuenta y un mil seiscientos
quince granos de
trigo.
En números sería 18.446.744.073.709.551.615
Sabido es que una libra de trigo, de tamaño medio,
contiene 12.750 granos aproximadamente.
¡Calcúlese
las libras que necesitaba el rey
para premiar al sabio!
Más de las que
produciría en ocho años
toda la superficie de la Tierra, incluyendo los
mares.
Con la cantidad de trigo reclamada,
podría hacerse una
pirámide de 9
millas inglesas de altura y 9 de longitud
por 9 de latitud
en la base; o bien una masa de 9 leguas cuadradas en su base, con una
legua de
altura.
Semejante sólido sería equivalente a otro de
162.000 leguas
cuadradas con un pie de altura.
Para comprar esa cantidad de trigo, si la hubiera,
no habría dinero bastante en este mundo.
Hay
cosas que parecen sencillas,
pero que en el fondo son profundas.
Las
cosas del Espíritu son profundas
y sòlo Dios las conoce.
Por eso la
BIblia las llama Misterios.
La salvación es un misterio, pero aunque sea
un misterio,
tú y yo las podemos experimentar en el espíritu,
aunque
nuestra mente no las entienda.
Dios el inescrutable, se acerca
al
sencillo hombre para salvarlo.
¿Ya lo recibiste?
Pero hay un Dios
en los cielos, el cual revela los misterios,
y él ha hecho saber al rey
Nabucodonosor
lo que ha de acontecer en los postreros días.
Daniel
2:28.
Estando tú, oh rey, en tu cama,
te vinieron pensamientos
por saber
lo que había de ser en lo por venir;
y el que revela los
misterios te mostró lo que ha de ser.
Daniel 2:29.
El rey habló a
Daniel, y
dijo:
Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses,
y Señor de los
reyes, y el que revela los misterios,
pues pudiste revelar este
misterio. Daniel 2:47.