I
Ya visteste, corazón, que por incauto
en materia de amor,
has sufrido tremendos descalabros.
En fin, ¡sea por Dios!,
no escarmentastes en la cabeza ajena,
y por eso es que hoy,
reciben entre penas y amarguras
una sabía lección.
¡Ah, muy cara se compra la experiencia!
¿no es verdad corazón?
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II
Yo teía em el alma un santuario
donde, lleno de unción,
pensaba colocar de mi adorada
la imagen... Pues, Señoe,
al despuntasr el sol,
después de haber llorado mucho, mucho,
y luego de semtir un cruel dolor,
¡sentí en el alma el frio de la muerte
y6 encontre en el santuario... un escorpión!
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III
¿En dónde están, ¡oh musa!, la áurea cuerda
y el sonante bordón
con que en la lira mía preludiaba
las cántigas de amor?
¿En dónde está la alegre consonancia
de mi vieja canción;
mis cuartetos, quintillas y ovillejos
que a la brisa veloz
confiaba, mensajera bulliciosa
de ardiente pasión...?
Pasó la Primavera. El lago gime
un tenue rumor.
En el cielo se esfuman nubes negras.
Quiero reír ¿Por qué llorando estoy?
(Managua, mayo de 1886
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