El 9 de julio de 1816, el Congreso de Tucumán resolvió
tratar la Declaración de la Independencia.
La concreción de la afirmación y definición formal
de la existencia de Argentina como Nación, como
Nación latinoamericana;
la conclusión de un sentir que se inició en Mayo
de 1810 y que culminó con esta Declaración de la Independencia,
que no está de ningún modo concluída, puesto que es un proceso permanente que se debe interpretar como hecho histórico
y como hecho esencial de la vida humana, al que hay
que ir conquistando y manteniendo constantemente,
como individuos y como pueblo.
Aquellos Congresales que se reunieron en la vieja
casona tucumana en ese invierno, tuvieron un propósito
claramente concebido, perseguido y realizado, que
determinó el nacimiento oficial de la Argentina.
Presidía la sesión el diputado por San Juan,
Juan Francisco Narciso de Laprida.
El secretario Juan José Paso leyó la propuesta :
preguntó a los congresales "si querían que las
Provincias de la Unión fuesen una nación libre e independiente
de los reyes de España y su metrópoli".
Los diputados aprobaron por aclamación y luego,
uno a uno espresaron su voto afirmativo.
Acto seguido, firmaron el Acta de la Independencia .
Afuera, el pueblo celebraba.
Terminada la sesión, se realizaron diversos
festejos públicos.
La Independencia se logró llevando adelante un proyecto
deliberado, con fé en el futuro, viendo con optimismo
el devenir histórico de nuestra Patria.
Ningún país puede ir hacia delante si no es por
la fuerza del espíritu que lo alienta, si no es por
la puesta en práctica de los ideales que inspiraron
a estos hombres.
Esta Argentina de hoy, este pueblo que celebra sus 195
años de vida independiente, no puede relegar ni desprenderse
de ese legado, aunque padezca períodos de temor
y desorientación, aunque se yerre mientras se avanza,
siempre nos debe guiar la voz de la libertad, de la dignidad
humana, de la responsabilidad ante nosotros mismos,
de la defensa de los derechos humanos.
Ni azares sorpresivos, ni quebrantos accidentales,
ni crisis ni temor alguno, pueden torcer su destino
ni apagar su fecunda vocación de grandeza, mientras
respaldados en la historia, se conserve la fe en el porvenir....