Érase una vez un hombre con un traje a rayas. Un día pasó por una frutería y pensó que le apetecería comerse una jugosa manzana. Entró en la tienda para comprársela. Al frutero le pareció que podría burlarse del hombre del traje a rayas. Le sacó una manzana de plástico y le dijo:
-- Está un poco verde pero si la pone al sol madurará y ya verá lo sabrosa que es..
El frutero tenía una manzana roja en el árbol. Quería ganar el primer premio en la exposición de frutas. El hombre del traje a rayas se fue con la manzana de plástico pero él no lo sabía. El señor del traje a rayas dejó la manzana en el alfeizar de la ventana y se puso a hacer un barco. Estaba tan distraído que no se enteró de nada de lo que pasa ba a su alrededor.
.
No se dio cuenta de que su papagayo tropezó en la manzana y ésta cayó sobre la cabeza de una anciana. La anciana gritó y asustó al gato, que se subió a un árbol. .Pablo pasaba por allí en aquel preciso momento. La anciana riñó a Pablo creyendo que era él quién había tirado la manzana.
Pablo, sin saber por qué le reñían, se fue llorando a su casa. Iba tan despistado que cruzó la calle sin mirar a su alrededor. El director de la escuela, que estrenaba coche, tuvo que frenar bruscamente.
El coche, al frenar, perdió la dirección y fue a chocar precisamente contra la valla del jardín del frutero. El frutero, enfadado al ver su valla tan estropeada, insultó al director de la escuela, y éste insultó al pobre Pablo. Nadie se fijó en Roberto, un chico que pasaba en bicicleta camino de la escuela. Al ver la manzana roja, Roberto pensó:
--“ Le llevaré a la maestra esta manzana tan hermosa, tal vez así me ponga mejores notas ”. Y arrancó del árbol la manzana del frutero..
La maestra no prestó atención a la manzana: estaba malhumorada porque sus alumnos, desobedientes, no ocupaban sus puestos en la clase. Los chicos estaban muy entretenidos mirando a un policía que desde el patio les preguntaba :
-- “ ¿Habéis visto por aquí a un hombre con barba postiza y unas gafas de sol? Se trata de un ladrón.”.
En ese momento Roberto vio al ladrón y gritó: “¡Aquí está!” El ladrón, al verse descubierto, huyó llevándose la manzana roja de la maestra. Pero no llegó demasiado lejos porque en el vestíbulo tropezó con el director de la escuela y la manzana salió despedida.
Voló por la ventana y fue a parar inesperadamente a las manos de un bombero que iba con otro compañero a rescatar a un gato que no podía bajar de lo alto de un árbol.
“ ¡Qué manzana tan estupenda!”, pensó el bombero mientras la comía. Pero para salvar al gato necesitaba tener las manos libres; por eso dejó la manzana sobre el alféizar de una ventana. Mientras tanto el hombre del traje a rayas había terminado la maqueta del barco. Recordó su manzana y se acercó a la ventana para ver si había madurado ya. Al ver que estaba roja se alegró.
Le molestó que la manzana estuviera mordida y, creyendo que su papagayo era culpable, le regañó diciéndole:
-- “ ¿No te da vergüenza morder una manzana que no es tuya?” Pero el hombre del traje a rayas no estaba enfadado sino contento. Hacía un día muy bueno y tenía una hermosa manzana; decidió salir a dar un paseo para tomar el sol mientras se la comía tranquilamente. De paso iría a la frutería para dar las gracias al frutero por venderle esa manzana tan rica. El frutero estaba arreglando la valla del jardín. Se quedó sorprendido al escuchar al hombre del traje a rayas.
Entonces vio con sorpresa, que la manzana que éste tenía en la mano se parecía mucho a la que él cuidaba para la exposición de frutas. El hombre miró su árbol y gritó sin dar crédito a lo que veían sus ojos:
-- “¡Mi manzana no está! ¡No comprendo nada de lo que ha sucedido!”
El hombre de traje a rayas continuó su paseo; no comprendía qué era lo que no comprendía el frutero. Pero hubiera sido pedir demasiado que alguno de los dos comprendiera lo que era imposible de comprender.
|