bajo un cielo lleno de sombra.
Llegó el fin
del sol y de la luna
en este barco de últimas horas.
Y no habrá lluvia enfurecida y venenosa
a arrojar en la nada
los serpientes.
Te he dicho, no he dicho nada,
el sol me quema más que de costumbre
y se me enturbia la palabra de repente
viendo como esparces
tus cenizas.
No tiene más conciencia la justicia,
el poder se le ha tragado la médula
y nos vomita en el alma
su fracaso.
Yo quiero quedarme gritando
quiero decir país, quiero nombrarlo!
Y se me rompe la voz en el humo del barro.
Quiero quererte mucho más que a tu fantasma,
en el punto en que la arena ardía de fuego
abrigando tu invierno con un sueño.
No quiero decir adiós,
/me matan/
Me miran muriendo
en mis colinas, bajo árboles del miedo,
vencida
En el desértico silencio de mi derecho.
No quiero decir adiós,
quiero armar las estrellas
con el ardor de la tierra,
con la llama de las flores,
con los colores que dijeron nuestros.
Para que cubran de horizontes
las miradas,
para pintar la nada
de presente.