El niño tose, se ahoga, tose, no puede respirar, y termina llorando. La secuencia se ve en una pantalla gigante, se repite una y otra vez, y representa lo que algunos conocen como tos convulsa, pertussis, tos ferina, coqueluche, o tosse comprida. Diferentes nombres para una misma enfermedad que afecta a 18 millones y mata alrededor de 300 mil personas en el mundo, ataca principalmente a los niños menores de un año y que ha resurgido en América Latina. Según la OMS es la quinta causa de muerte provocada por enfermedades prevenibles a través de vacunación.
“En la región, el número de casos reportados creció un 91% en la última década.” Así lo informaron expertos infectólogos reunidos en el XIV Congreso Latinoamericano de Infectología Pediátrica (SLIPE 2011), realizado en Punta Cana, República Dominicana.
Las causas del resurgimiento de la enfermedad son “la historia de bajas tasas de vacunación en la población y la falta de refuerzos en adultos, porque no existe una conciencia real acerca del contagio de adultos a niños y su peligrosidad”, destacó Roberto Debbag, director médico para América Latina de Sanofi Pasteur, en diálogo con Tiempo Argentino.
Se trata de una enfermedad respiratoria grave y contagiosa de persona a persona. Se presenta en episodios de tos espasmódica con duraciones de hasta 30 minutos y varias veces al día lo que ocasiona ahogos y puede producir hemorragias cerebrales.
“Entre 2007 y 2008 se internaron 300 niños en los hospitales Ricardo Gutiérrez y Garrahan, de los cuales fallecieron un 10% por tos convulsa y sus consecuencias”, dijo a este diario, Eduardo López, médico infectólogo y jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. En la actualidad, la situación continúa siendo grave, pero según López “Argentina, Panamá y Costa Rica son los países que más están trabajando en la lucha contra la pertussis”.
En 2010, a partir de una recomendación de la Comisión Nacional de Inmunizaciones, el Ministerio de Salud nacional decidió aplicar el refuerzo de vacuna contra pertussis a los once años. Ya que luego de cinco o seis años se comienza a perder la inmunidad adquirida convirtiéndose en transmisores directos de la enfermedad hacia los más chicos.
Por su parte, Debbarg opinó que el sistema de inmunizaciones argentino es “muy maduro. Aún falta que se apruebe la vacunación en el posparto, pero seguramente pronto podrá hacerse de forma gratuita”, agregó el experto.
Si bien en los adultos puede presentarse como una tos catarral, en los niños los efectos pueden ser mortales. Por eso, aunque la vacunación protege a los bebés, lo hace después de la aplicación de tres dosis. Hasta entonces, el niño está indefenso ante el contagio a través de sus padres o hermanos. Además, los expertos destacan la importancia de la vacunación capullo para luchar contra la enfermedad. Consiste en la vacunación de los padres y adultos cercanos al niño, ya que se estima que en el 55% de los casos los padres son quienes contagian a sus hijos.
“El desconocimiento de la enfermedad no hace más que convertirla en una amenaza constante que afecta la calidad de vida”, dijo Tina Tan especialista en enfermedades infecciosas de la universidad Northwestern en los Estados Unidos, al ser consultada por Tiempo.
Uno de los puntos a discutir en Latinoamérica será la vacunación a puérperas y sus parejas en las primeras 48 horas del bebé. “Es lamentable que habiendo vacunas, la enfermedad vuelva a renacer. Se deben implementar estrategias de vacunación adulta, es sólo una inversión social”, enfatizó José Brea Del Castillo, presidente del congreso SLIPE y de la Sociedad Latinoamericana de infectología pediátrica. <