Dicen que cuando los antiguos espíritus del bosque
oyen a las hadas
llorar de pena, desde el mismo corazón de la tierra
hacen brotar un
árbol frondoso, azul y luminoso como el cristal y cada
lágrima de hada
se transforma en una hoja nueva prendida a sus ramas
que crecen y crecen.
Todas las hadas han vertido muchas lágrimas por los
niños que nunca las conocerán; cortaron el camino de
su vida el hambre, el frío o el terror. Y saben que el
Árbol nunca dejará de crecer, que nunca cesará la
violencia ni la injusticia pero se consuelan teniendo
un lugar tan especial donde guardar su pena, porque un
árbol crece hacia las alturas y la luz.
Hacia donde la paz siempre es posible...