Sueños llevo en el núcleo de la mente que se amotinan exigiendo vida; no soportan quedarse en tal guarida, su grito cada vez más exigente.
Saben que hay un festín, que es suficiente tener hambre, y buscarse la salida, que el hambriento a sí mismo se convida, esté o no esté el anfitrión presente.
Mis estériles sueños, ya feraces por su adquirida libertad, audaces cruzan los aires en excelso vuelo.
Y soy mejor porque ellos han partido. No me han dejado, no; sólo han cumplido su misión de elevarse por mi cielo.