Ser feliz no es tener una vida exenta de pérdidas y de frustraciones. Es ser alegre, incluso si hay motivos para llorar.
Es vivir intensamente, incluso en el lecho de un hospital. Y no dejar nunca de soñar, incluso si tiene pesadillas.
Es dialogar consigo mismo, aunque le agobie la soledad.
Es ser joven siempre, incluso si el cabello encanece.
Es contarle historias a los hijos, incluso si se dispone de poco tiempo.
Es amar a los padres, incluso si ellos no nos comprenden.
Es agradecer mucho incluso si las cosas no vienen bien dadas.
Es transformar los errores en lecciones de vida.
Ser feliz es sentir el sabor del agua, la brisa en el rostro, el aroma de la tierra húmeda.
Es extraer de las pequeñas cosas grandes emociones.
Es encontrar todos los días motivos para sonreír, incluso si no existieran motivos para ello.
Es reírse de las propias torpezas. Y no rechazar a quien se ama, incluso si nos produjera decepciones.
Es tener amigos para repartir las lágrimas y dividir las alegrías.
Es ser un amigo del día y un amante del sueño.
Es agradecer a Dios por el espectáculo de la vida…
(Augusto Cury, Médico psiquiatra, psicoterapeuta y escritor brasileño.)
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