Qué grande y qué fría resulta la cama durmiendo abrazado a tu ausencia. A gritos mi cuerpo en la noche reclama tu voz, su soñar, tu presencia.
Brevería Nº 40
Mujer en la noche
Tengo miedo a la noche; son tan largas las horas y tan grande mi lecho… sólo sueño contigo los momentos conscientes, pero no cuando duermo. Y al despertar, de pronto, desperezo las manos hacia ti, y no te encuentro. Regresas a mi mente, y tu ausencia es temor, soledad tu silencio. ¿De qué me sirve el ángulo de los muslos abiertos, de qué las dobles curvas de caderas y senos, si sólo te presentas como sombra en la sombra, si sólo te aprisionan mi idea y mi deseo? No quiero hacer yo misma cuanto debieras tú, le falta voz y aliento a mi mano, y el rito de los roces sedosos, imprevistos o nuevos, le faltan tus sudores, tu gemido, el misterio de lo que tantas veces has creado en mi carne, y que parece siempre tan actual, tan inédito. Cuando despierto y somos yo orfandad y tú ausencia, cuando el hambre del sexo me sacude en temblores, y me grita lujurias, tengo miedo de hacerlo, porque nunca es más honda, más triste, más doliente, la soledad que luego me atenaza, me ovilla, se desborda en mi noche, como si sólo fueras imagen de un espejo.
Los Angeles, 25 de Julio de 2007
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