Un destello de luz se asoma entre tu corazón y el mío sigue el amor como escondido, como esperando que lo dejemos surgir. No me atrevo a morir esta noche, no me atrevo a dejarte ir. Sé que algo más entre tú y yo no pide permiso está a la espera de los dos. Como vigía de un letargo espera, se apasiona y ruega que hablen los cuerpos frágiles ante el amor, dominados por la pasión que está, que se duerme y no murió que respira, ténue y pausado en el pecho un grito desesperado que no logra quebrar ese temor a entregarnos, una vez más, cien veces más como antes, como siempre como cuando la rutina no era nadie entre los dos.
DEJAME DORMIRME EN TUS BRAZOS ESTA NOCHE Y MECERME EN EL REPUDIO AL OLVIDO QUE ES EL CEMENTERIO DE LOS GRANDES AMORES, RENDIRLE CULTO A LA MEMORIA DE LOS LABIOS QUE SABE RECONOCER LOS SABORES PORQUE ES EL GUSTO A TI EL QUE SIENTO CADA VEZ QUE TE NOMBRO. SE QUE NO TE SOY INDIFERENTE, SABES QUE HAS VUELTO Y ESTAS PRESENTE YA NO ES EL AMOR PASIONAL DE ENTONCES PERO HAS VUELTO A MI VIDA ME PREGUNTO PORQUE, TAMBIEN LO HACES SOLO LA GRAN SABIDURIA CONOCE LOS DESIGNIOS MI MISION EN TU VIDA AUN NO HA CULMINADO TAMPOCO TU MISION EN LA MIA DEJEMOS QUE DECIDAN LAS ESTRELLAS Y NO LES DEMOS LA ESPALDA.
He aquí dos rosas frescas, mojadas de rocío: una blanca, otra roja, como tu amor y el mío. Y he aquí que, lentamente, las dos rosas deshojo; la roja, en vino blanco; la blanca, en vino rojo.
Al beber, gota a gota, los pétalos flotantes me rozarán los labios, como labios de amante; y, en su llama o su nieve de idéntico destino, serán como fantasmas de besos en el vino.
Ahora, elige tú, amiga, cuál ha de ser tu vaso: si éste, que es como un alba, o aquél, como un ocaso. No me preguntes nada: yo sé bien que es mejor
embriagarse de vino que embriagarse de amor... Y así mientras tú bebes, sonriéndome -así, yo, sin que tú lo sepas, me embriagaré de ti.