Despertar
Ese hombre que camina con las manos sujetas a la espalda, nos saluda al pasar, comprueba su reloj, acude a su quehacer sin preguntarse si va en su dirección y en su sentido.
No sabe que a su espalda se libra una batalla, que su mano derecha aferra sin piedad a la otra mano, la retiene a su antojo por la fuerza, prisionera, infeliz, sin voluntad.
Si un buen día la mano sometida se niega a cooperar y en un descuido reduce a su adversaria, se hace fuerte, toma la iniciativa, arrebatando el rumbo de los pasos, ya se atreve a estrenar una vida renovada…
¿qué será de ese hombre inofensivo cuando empiece a arrojarse a la aventura, a derrochar las suelas y el impulso, abandonándose al azar del encuentro feliz, recolectando a su paso semillas y canciones?
Eduardo Garcia
Novato
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