Las puertas
Al fondo de mí mismo hay cuatro puertas. Desciendo por el pozo hacia los hondos canales que me surcan. Pecho adentro cruzo la oscuridad a ciegas. Voy palpando las paredes. Ahora el aire es más puro. Vislumbro el resplandor:
la puerta del jardín de los deseos, la puerta del instante prodigioso, la puerta de la infancia recobrada.
Huele a ausencia de pronto un viento frío. Siento a mi espalda un hueco impenetrable: por las hondas rendijas de tinieblas mana un silencio atroz. Detengo el paso.
Mientras florezcan firmes mis deseos y me aguarde el instante y el prodigio y la luz en los patios de la infancia, no cruzaré el umbral, la cuarta puerta, no pisaré esa nada imponderable.
Eduardo Garcia
Novato
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