Qué noche de hojas suaves y de sombras...
Qué noche de hojas suaves y de sombras de hojas y de sombras de tus párpados, la noche toda turba en ti, tendida, palpitante de aromas y de astros.
El aire besa, el aire besa y vibra como un bronce en el límite lontano y el aliento en que fulgen las palabras desnuda, puro, todo cuerpo humano.
Yo soy el que has querido, piel sinuosa, yo soy el que tú sueñas, ojos llenos de esa sombra tenaz en que boscajes abren y cierran párpados serenos.
Qué noche de recónditas y graves sombras de hojas, sombras de tus párpados: está en la tierra el grito mío, ardiendo, y quema tu silencio como un labio.
Era una noche y una noche nada es, pregona en sus cántigas el viento: aún oigo tu anhelar, tu germinar melódico y tu rumor de dátiles al viento.
Y he de cantar en días derivantes por ondas de oro, y en la noche abierta que enturbiará de ti mi pensamiento, he de cantar con voz de sobra llena.
Qué noche de hojas suaves y de sombras de hojas y de sombras de tus párpados, la noche toda turba en ti, tendida, palpitante de aromas y de astros. Aurelio Arturo
Novato
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