Canción de amor y soledad
Como en el áureo dátil de solitaria palma, orillas de mi predio todo el valle resuena, tú en mi corazón, dátil amargo, tiemblas y te inclinas desnuda, sollozo y carne trémula.
De palma en que acongojase con vago son el viento, dátil fiel donde todos los horizontes suenan, mi corazón es una carne tuya, tu carne, cantando entre distancias y entre nieblas.
Tuyo es el viento y el rumor, dorados, tuyo el canto en la noche sin palmeras, tuyo el trémolo al fondo de los huesos, y el palpitar oscuro de mis venas.
El país que en tus ojos vive entre parpadeos, canta en mí con su largo sollozar innegable, rumora en mí, y el ansia de tu boca madura, y rumoran sin fin los valles de tu carne. Oscura tú, y entre tu luz sin tregua, eres un son tan hondo, tan hondo y dolorido.
Dátil maduro, dátil amargo, escucha mi corazón al filo del viento, tu gemido, tu gemido gozoso, tu olor de flor abierta. Mecido en ti, lleno de ti se escucha, y da al viento ceniza de sus gritos.
Arturo Aurelio
Novato
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