No sé cuándo será el momento
¿Cómo mantenernos despiertos y atentos?
¿Cómo permanecer vigilantes,
decididos y sin perder de vista tu camino?
¿Hacia dónde mirar, Señor?
¿Dónde está el cielo nuevo?
¿Cuándo será el definitivo encuentro?
¡Adviento! ¡Cuánto agradecemos tu llegada!
Pones en nuestros labios, la fuerza de la oración.
En el corazón, despiertas el querer de Dios.
Derrama, en el fondo del alma,
dones y gracias transformadoras.
Coloca en nuestros ojos
la luz que está por llegar,
y en los pies del caminante,
el deseo de avanzar por senderos de verdad,
o en nuestras manos, la esperanza
de abrazar al Dios que viene.
No sé cuándo será el momento.
Pero desde ahora te decimos, Señor,
que permaneceremos despiertos y anhelantes,
que, no habrá destello humano,
que mitigue el resplandor de tu llegada,
que, lejos de volver el rostro hacia otro lado,
marcharemos hacia adelante,
sabiendo que, en el horizonte en el que confiamos,
aguardan respuestas y amor
que salen a nuestro encuentro,
esperan misterios de un Dios que se humilla,
amanece un tiempo nuevo para la humanidad,
brotan esperanzas e ilusiones,
para una realidad turbulenta,
fracasada y desconcertada,
para una humanidad fría y sin expectación.
¡Ven, Señor! ¡No sabemos cuándo será el momento!
Pero, porque lo esperamos, seremos fieles hasta el final.
¡Adviento! ¡Cuánto y bueno nos enseña tu camino!
¡Seas bienvenido!
Amén.
P. Javier Leoz
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