Canción de hadas
Hadas divinas hadas! Creer en las hadas en las rosadas, felices noches estivales, y también en esas noches extrañas cuando entre abismos de sombras en el silencio del silencio se encuentra de súbito una líquida palabra melodiosa como una fresca agua recóndita, un agua de dulce mirada. ¿No creer ya en las hadas? Pero entonces... Yo creo, ciertamente, que mi antigua haya era una reina de hadas, y lo supe cuando en el cielo de su mirada subían rosas ardientes y cuando su palabra quemó mi piel sin dejar señales, y porque en su corpiño, bajo las sedas le palpitaban palomas blancas.
* * * Ahora el silencio un silencio duro, sin manantiales, sin retamas, sin frescura, un silencio que persiste y se ahonda aun detrás del estrépito de las ciudades que se derrumban. Y las hadas se pudren en los estanques muertos entre algas y hojas secas y malezas, o se han transformado en trajes de seda abandonados en viejos armarios que se quejan, trajes que lucieron ciñéndose a la locura de las da entre luces y músicas.
Arturo Aurelio
Novato
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