De hecho, recientemente Tasker había hecho unas declaraciones acerca del cariño que le profesaba a Theo. “Me encanta mi trabajo y trabajar junto con Theo. Él tiene un gran carácter”, dijo en una entrevista en la página web del Ministerio de Defensa británico.
“No puede esperar para salir y hacer su trabajo y no se detendrá ante nada”, explicaba Tasker sobre su compañero, con el que era parte de la Unidad Militar de Apoyo con Perros con sede en Camp Bastion.
El pasado martes, ambos participaron en una misión en el distrito de Nahr-e Saraj, en Helmand, un semillero de la insurgencia.
En el plan, Theo iba a ser el “testaferro”, olfateando cualquier material explosivo oculto, armas y equipo para fabricar bombas. Sin embargo, un tiroteo se desató con los talibanes y Tasker fue muerto a tiros. Según publicaDaily Mail, cuando su cuerpo fue trasladado a Camp Bastion, Theo se murió de un ataque al corazón. Fuente:telecinco
A U N Q U E L A M U E R T E N O S S E P A R E
Todos hemos escuchado en más de una ocasión esas historias que hablan de perros que parecen tener una sensibilidad y una devoción especial hacia sus dueños, un sentimiento de fidelidad que les lleva a permanecer, en algunos casos, junto a la puerta de un hospital por la que su amo desapareció una vez hace ya muchos años. O sobre una tumba, cuidando y velando el descanso eterno de su dueño hasta el último día de su vida.
Otras historias nos cuentan el increíble sentido de la orientación de los canes, que son capaces de volver a su hogar desde distancias que a veces se cuentan por miles de kilómetros, en viajes épicos que les costarán recorrer incluso algunos años. También se ha hablado mucho del supuesto sexto de precognición que parecen tener los perros, ese sentido que les posibilita adelantarse o intuir la inminente llegada de sus dueños, una tormenta e incluso un movimiento sísmico.
A continuación os mostramos algunas de estas peculiares historias y una pequeña muestra sobre los estudios que se han realizado en los últimos tiempos sobre este sexto sentido que hemos mencionado.
Bobby
Edimburgo
Bobby era el terrier de un policía de la ciudad de Edimburgo llamado John Gray. Ambos estaban siempre juntos y ya era famosa en la zona la cantidad de trucos que Bobby sabía realizar. Desafortunadamente, un 15 de Febrero de 1858, Gray muere de una tuberculosis repentina. Durante el funeral Bobby permanecería siempre presente, y seguiría al cortejo hasta el cementerio de Greyfriars Kirkyard. Lugar donde descansarían los restos de John y donde además, en un acto de fidelidad extrema, Bobby pasaría el resto de los 14 años que le quedaban de vida montando guardia sobre la tumba de su fallecido amo. En un principio todos pensaban que Bobby permanecería solamente unos días sobre la tumba y que luego el hambre o el aburrimiento lo alejarían. No obstante, comenzarían a pasar los años e incluso los crudos inviernos de Escocia y Bobby permanecería fiel en su guardia. Solo se retiraba de vez en cuando para beber y conseguir comida, o cuando la nieve le impedía permanecer en el lugar. Con los años Bobby se fue transformando en una leyenda local y personas que admiraban su fidelidad comenzaron a alimentarlo y a suministrarle un refugio en el invierno. A tal punto creció esta fama que en 1867 el mismo Lord Provost de Edimburgo, Sir William Chambers, intervendría personalmente para salvar a Bobby de la perrera y además, para evitar futuros accidentes de este tipo, declararía al fiel can como propiedad del Consejo de la Ciudad. Bobby moriría sobre la tumba de su amo en 1872, y al no poder ser enterrado en el cementerio la gente del lugar se reuniría para construirle una fuente con una estatua en su honor no muy lejos del cementerio. Estatua que, curiosamente, fue construida mirando hacia la tumba de John Gray.
Collie
Cementerio de La Piedad, Rosario, Argentina
Collie llegó a La Piedad hace unos cinco años, el mismo día en que sepultaron a su amo. Esa noche se quedó junto a la tumba y al día siguiente, cuando los familiares vinieron por él, no hubo forma de llevarlo. Hubo unos días de pausa y regresaron, en este caso con una soga.
“Vino el hijo de la persona fallecida, intentó atraparlo con una soga pero el perro escapó hasta el fondo y no hubo manera de sacarlo de acá”, recuerda Lombardo, que lleva 30 años trabajando en el lugar y se ocupa personalmente de alimentar a Collie todas las mañanas, al igual que al resto de los perritos callejeros que eligieron el cementerio como residencia.
Según el hombre, ese es el único momento del día en que Collie da muestras de afecto. Una vez concluido el desayuno, el perro se pierde durante horas, deambula o se recuesta en los alrededores de la que fuera la tumba de su amo.
“Dicen que al dueño lo cremaron y que eso lo desorientó, sigue viniendo a este sector donde comenzó todo”, dice Eduardo Visconti, citando una versión que circuló entre el personal de La Piedad. “Ahora duerme la siesta en el lugar cercano a la tumba y el resto del tiempo se queda cerca de las oficinas de entrada”, comenta.
Antes que Domingo, a Collie lo cuidó Miguel Landriel, capataz del lugar ahora jubilado, quien le pasó la posta. “Yo quería hacerme amigo, pero se iba corriendo, no me dejaba ni acercar”, recuerda y cuenta que hasta su esposa está involucrada en la historia. “Anoche preparó arroz con menudos de pollo que me regalaron y les traje a todos los perritos”.
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ara
Cementerio de Safed en Israel
El periódico israelí Maariv contaba en 2007 una historia particular. Una perra se negaba a abandonar la tumba de su dueño en el cementerio de Safed, al norte de Israel.
La perra que fue apodada Clara, por los empleados del cementerio, fue echada varias veces del lugar pero siempre regresaba a la tumba de su dueño Vladimir Yaronov que falleció en noviembre de 2007 a los 77 años.
La historia de la perra provocó que varios oyentes en un programa de radio donasen comida para ella por un año.__________
ementerio Nerja, Málaga.
En marzo de 2009 un perro apareció en el cementerio de Nerja (Málaga) buscando a su dueño,
un hombre de origen extranjero que falleció hace poco tiempo y que fue enterrado en el camposanto.
El animal se instaló junto a la tumba del anciano con el que compartió los últimos años.
El canino se ha aprendido los horarios del cementerio y, aunque a veces salía, siempre volvía antes de que cerraran para estar junto a su dueño.
Los vecinos se acostumbraron a su presencia y le llevaban agua y comida; con lo que al animal ganó peso con los días.
Lo que ninguno de los vecinos consiguió, a pesar de que varios lo intentaron, fue adoptarlo.
El perro siempre volvía junto a la tumba de su amo.___________
Fido
Borgo San Lorenzo, Italia
En un pueblito italiano a finales de la década de 1930 había un joven de nombre Luigi quien adoptó y crió un perrito mestizo bautizado “Fido”. Cada mañana Fido acompañaba a su amo a la estación de ferrocarril situada a unos 2 Km. del hogar.
El joven trabajaba en carpintería en una pequeña ciudad de la zona y para desplazase tenía que tomar el tren todas las mañanas, regresando a su pueblito a las 5.30 todas las tardes. Allí estaba Fido esperando a Luigi ,día tras día.
Después de expresar con brincos y ladridos la alegría del encuentro con su amo, Fido daba unas carreritas y saltaba en el monte todo contento, hasta llegar a casa. Esa rutina diaria fue interrumpida bruscamente cuando Luigi fue reclutado en el ejército y enviado al frente ruso en 1943. La interrupción fue para Luigi pero no para Fido quien ya no iba en las mañanas pero si se presentaba puntualmente todas las tardes en la estación del tren ,esperando el regreso de su querido amo.
Fido oía de lejos apenas perceptible, el ruido de la locomotora. Todo tenso y esperanzado veía al tren pararse en la estación. Entonces iba de vagón en vagón, moviendo su colita y husmeando las escaleritas y los pasajeros que bajaban para identificar alguna huella de su amo. El tren se marchaba y la gente también. Después de esperar un ratito mas, Fido, triste y abatido con la cabeza baja y la cola entre las piernas ,regresaba solitario a su casa donde los padres de Luigi aún albergaban una chispa de esperanza de volver a ver vivo a su hijo amado . . . Luigi nunca volvió. Fue una víctima mas de la Segunda Guerra Mundial que mató decenas de miles de seres, algunos pecadores y criminales pero la gran mayoría, inocentes.
Los meses y años pasaban. A principios de los 50, Fido tenía dificultades para desplazarse; no pudo escapar a los achaques de la vejez; tenía artritis. Sin embargo, Fido no perdía esperanzas. A pesar de los dolores para movilizarse y las fuerzas que mermaban cada vez mas, él seguía con su rutina convencido del regreso de su amo. El trecho de camino que hacía antes con ligereza en 15 minutos, tardaba ahora 2 horas, llegando a casa completamente agotado. Fué una tarde de invierno con fuerte viento y nevada. Fido dio sus últimos pasos sobre el blanco camino, se tambaleó y su noble corazón dejo de latir . . .
Al día siguiente encontraron su pobre cuerpecito congelado y cubierto de nieve. Todo el pueblo conocía a Fido, todos lo lloraron, todos lo vieron hacer sus caminatas infructuosas y sabían lo que Fido buscaba desesperadamente. No fue dificil convencer a esa gente modesta y buena, de colaborar con la erección de una estatua dedicada a la memoria de Fido, situada hoy en día al lado de la misma estación de ferrocarril que Fido visitaba a diario, día tras día por el resto de su vida. El epitafio: “Un ejemplo para todos los humanos de lo que es la máxima expresión del AMOR
Hachiko
Tokio
Estatua de Hachiko en la estación de Shibuya
Otro amigo fiel fue Hachiko, un perro de raza Akita inu nacido en 1923 en la ciudad japonesa de Odate. Sin embargo, menos de un año más tarde su dueño, un profesor de agricultura llamado Hidesamuro Ueno, lo llevaría hasta Tokio. Allí Hachiko se acostumbraría a su vida cosmopolita yendo todas las noches hasta la estación de trenes Shibuya para recibir a su dueño cuando éste llegaba del trabajo. Por desgracia Ueno fallece en 1925 y nunca es llevado nuevamente a su casa, por lo que Hachiko queda abandonado en las calles. No obstante, durante 11 años volvería fielmente todas las noches a la estación de trenes, exactamente a la hora en la que arribaba el tren que solía tomar Ueno. Una vez frenado el tren Hachiko buscaba a su amo cuidadosamente entre la multitud y luego se retiraba.
Al cabo de unos años un antiguo alumno de Ueno, que se encontraba realizando un censo de akitas, se enteraría de la historia, y publicaría varias notas con la historia del perro fiel. Una de estas notas aparecería en el más importante periódico de Tokio. Gracias a esto Hachiko ganaría fama a nivel nacional y varias historias y poemas se escribirían alrededor de él. Sin embargo, más importante aún, Hachiko salvaría a su raza ya que solo quedaban 30 akitas puros en todo el Japón, y a partir de ese momento la demanda hizo que se preservaran cuidadosamente. Hoy en día la población de Akitas supera los miles. Hachiko es además recordado con una estatua en la estación de Shibuya.
De película. “Siempre a tu lado” es una película protagonizada por Richard Gere que se estrenó hace unos meses. En el filme, basado en un hecho real, cuenta la historia de un perro japonés llamado Hachiko (apodado Hachi), cuyo dueño es un profesor y a quienes une un lazo de amor muy especial.
Hachi acompaña a su amo diariamente a la estación de trenes pero finalmente el profesor muere sorpresivamente y Hachiko queda esperándolo por el resto de sus días frente a la estación, cuenta el blog local Radiorreloj que dio a conocer la información.