Jeremías Un cuento de Pascua
Jeremías nació con problemas en su físico, con problemas de entendimiento, y una enfermedad crónica que estaba matando poco a poco su joven vida. Aún así, sus padres habían intentado darle una vida lo más normal posible y lo enviaron a la Escuela Primaria.
A los 12 años de edad, Jeremías estaba en el segundo año, al parecer inhabilitado para aprender.
Su maestra Doris siempre se desesperaba con él.
El se retorcía en su silla, se le salía la saliva de su boca y hacía unos gruñidos. Algunas veces hablaba tan claramente como si un rayo de luz penetrara a su oscuro cerebro, pero la mayoría del tiempo Jeremías hacía sentir mal a la maestra.
Un día ella llamó a sus padres y les pidió que fueran a la escuela para hablar acerca de Jeremías.
Mientras que los padres se sentaban lentamente en el salón vacío, Doris les dijo: "Jeremías realmente debería estar en una escuela especial para niños con problemas de su tipo, no es justo para él estar con unos niños que no tienen problemas de aprendizaje, además hay una gran diferencia de edad entre él y los demás niños".
La mamá de Jeremías comenzó a llorar, mientras que su esposo hablaba: "no hay una escuela de ese tipo cerca de aquí, sería una gran tristeza para Jeremías si lo sacamos de esta escuela, estamos seguros que a él le gusta estar aquí".
Doris estuvo sentada por un largo tiempo después de que ellos se fueron, quería no ser tan dura con ellos. Después de todo, Jeremías solamente tenía una enfermedad crónica, pero no era justo mantenerlo en su clase.
Ella tenía 18 alumnos para enseñarles y Jeremías era una distracción para ellos, además él nunca aprendería a leer ni a escribir.
¿Por qué perder el tiempo intentándolo?
Mientras reflexionaba la situación, hubo un sentimiento de culpa sobre ella.
¡Oh Dios, aquí estoy yo quejándome cuando mis problemas no son nada, comparándolos con los de esta pobre familia!
“Por favor ayúdame a ser más paciente con Jeremías".
Así que después de ese día se esforzó para ignorar los gruñidos de Jeremías. Un día Jeremías cojeando fue hacia el escritorio de la maestra, arrastrando su piernita enferma detrás de él.
Acercándose a ella le dijo:
"TE AMO"
Y le dijo tan alto que todos en la clase lo oyeron. Los demás niños comenzaron a reírse disimuladamente.
La cara de Doris se puso roja de vergüenza y dijo tartamudeando: "eso es muy bonito, Jeremías pero anda y vuelve a tu silla por favor".
La primavera se acercaba y los niños emocionados hablaban de la Pascua.
Doris les contó la historia de la muerte y resurrección de Jesús y les habló del renacer de la naturaleza en la primavera, le dio a cada uno de los niños un huevo de plástico grande y les dijo: "quiero que se lleven este huevo a sus casas y me lo traigan mañana con algo adentro, algo que muestre nueva vida, ¿entendieron todos?" "¡Sí!". Los niños respondieron emocionados.
Todos menos Jeremías, él solamente escuchó atentamente y sus ojos nunca se apartaron de la cara de la maestra. Curiosamente él no había hecho sus extraños gruñidos.
¿Acaso había él entendido lo que ella había dicho acerca de la muerte y resurrección de Jesucristo?
¿Acaso entendió la tarea que la maestra les pidió para mañana?
La siguiente mañana, 19 alumnos fueron a la clase, sonriendo y hablando mientras dejaban sus huevos a un lado del escritorio de la maestra en una canastilla de tela. Después de que terminaron la clase de matemáticas, era tiempo de abrir los huevos.
En el primer huevo Doris encontró una flor, "OH sí, una flor es una señal de nueva vida, cuando las plantas comienzan a salir sabemos que la primavera esta aquí".
Una pequeña niña levantando su mano decía: "hey, ese es el mío".
El siguiente huevo tenía una mariposa de plástico la cual se miraba real. Doris la levantó y dijo: "todos nosotros sabemos que la oruga cambia y crece y se convierte en una linda mariposa y eso es una nueva vida también".
La pequeña Judith orgullosamente gritaba: "ese es el mío".
Entonces Doris abrió el tercer huevo. Ella se sorprendió. ¡El huevo estaba vacío!
Ella pensó: "seguramente éste ha de ser de Jeremías y pues claro, no entendió las instrucciones".
Para no avergonzar a Jeremías, despacio puso el huevo a un lado del escritorio e iba a sacar otro huevo, cuando de repente Jeremías habló alto:
"¿No va hablar de mi huevo, maestra?"
Doris le contestó, "¡pero Jeremías, tu huevo está vacío!" Jeremías mirando fijamente a los ojos de la maestra dijo suavemente:
¡Sí, pero la tumba de JESÚS ESTABA VACÍA también!
El tiempo como que se detuvo antes de que hablara la maestra de nuevo. Doris le preguntó:
¿Tú sabes por qué la tumba estaba vacía?".
"¡Sí!", Exclamó Jeremías, "Jesús fue crucificado y puesto en una tumba y... ¡su Padre lo resucitó!"
La campana de receso sonó.
Mientras los niños salieron corriendo al patio, Doris comenzó a llorar.
Un escalofrío comenzó a estremecerla completamente. Tres meses después Jeremías murió.
Todos aquellos que estaban en el funeral estaban sorprendidos de ver 19 huevos arriba de la tumba de Jeremías, todos ellos VACÍOS.
¡Que nuestra vida sea un constante renacer en Jesús!
¡Que nuestra vida sea un constante imitar a Jesús!
¡Que demos frutos y seamos verdaderamente Plantío de Justicia!
¡Ante los Ojos de Nuestro Señor Jesús!
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