Cada noche en las sábanas de mi lecho percibo tu ya invisible abrazo, tu perenne fragancia; no, no es de las visiones de mis sueños que escribo, ya que nunca apareces en esa circunstancia.
Hablo de mis insomnios, de los que no se aleja la figura que tantas noches me acompañó; la tempestad que fraguas en mi piel no me deja superar el desvelo…, ni lo intentara yo.
Me has vestido de sábanas la vida, y encerraste el invierno en mis baúles. Te percibo en calor, en dinamismo, estación de mis ansias y mis luces, más, mucho más que primavera de oro, lidiadora de inercias y tabúes. Mujer de iniciativas, que de los métodos trillados huyes, campo experimental de tus esquemas soy yo, contra rutinas y costumbres. Avalancha de juego, amor y sexo, arróllame y envuélveme; consume la erupción sensorial de la energía que de mi cuerpo hacia tu cuerpo fluye. Abierto quedo a tu irrupción, pantera, loba y mujer, que de mi piel se nutren.
De sábanas vestidos, o desnudos sobre la verde alfombra, entre abedules, o al rítmico vaivén del oleaje cubriéndonos de azul, ven y recubre mi manojo de miembros, que revienten, y a un ciclo de placer nos catapulten.