Higos, ciruelas, arándanos, berenjenas…
Todas ellas tienen en común que contienen antocianinas. Este nombre proviene del griego y significa “flor azul”. Es decir, cuando tomas frutas y verduras de color azulado, violeta o rojizo intenso (uva roja, arándanos, higos, ciruelas, fresas, moras, grosellas, col lombarda, berenjena, cebolla morada…) estás obteniendo esa sustancia flavonoide responsable de su color y que actúa, además, como anti-inflamatorio, drenante, y reparador de los vasos sanguíneos.
Brócoli, aguacate y almendras
El secreto que comparten el germen de trigo, las pipas de girasol, la yema de huevo, las espinacas y el brócoli, está en la vitamina E que contienen, también denominada Alfa-tocoferol y con gran capacidad antioxidante. Hay quien la considera un anticoagulante natural. De hecho, se debe ser moderado al tomarla (y sobre todo evitarla en forma de suplemento) si se sigue un tratamiento con fármacos que evitan los coágulos.
Naranjas, limones… por su vitamina C
Esta vitamina mejora la resistencia y la flexibilidad de los capilares y ayuda a mantener sanos sus tejidos conectivos. Para obtenerla, toma naranjas, limones, fresas kiwis, mangos, perejil, pimientos o tomates. Si los tomas con algún flavonoide (por ejemplo mezclado con frutos rojos), la vitamina C se absorbe mejor.
Hortalizas y verduras por su contenido en potasio
Las mujeres que tienen mala circulación periférica (en sus piernas) y tienden a hacer varices también suelen tener retención de líquidos, así que conviene consumir más alimentos ricos en potasio. Todas las hortalizas y verduras son buenas fuentes de ese mineral; de entre todas las frutas, destaca el plátano.
Agua, agua… y más agua
Por lo dicho en el apartado anterior, conviene igualmente aumentar la cantidad de agua que se bebe en un día. De esa forma se regula el sistema de eliminación hídrica y el organismo se deshace del sodio sobrante, que solo aumentaría el malestar de las varices. Dos litros de agua al día es, junto con el líquido que aportan los alimentos, lo idóneo.
La piña
Te conviene tomarla varias veces en semana si sufres de varices porque se sabe que la bromelina, una enzima presente en esta fruta, tiene un interesante efecto sobre las venas, conocido como fibrinolítico: contribuye a que no se formen coágulos de sangre porque activa una proteína presente en ella, el plasminógeno, que la hace menos densa.
Una copita de vino (tinto) al día
Algunos estudios han demostrado que tomar un vaso de vino al día reduce a la mitad el riesgo de padecer varices. Ese beneficio se atribuye a los flavonoides y las saponinas presentes en esta bebida fermentada. Pero no abuses porque tomar demasiado sí podría aumentar el problema.
Si tomas medicamentos no puedes tomar alcohol.
Una cucharadita de salvado por las mañanas
El estreñimiento contribuye a la aparición y el empeoramiento de las varices porque, cuando el ritmo intestinal no es el adecuado, se produce más presión y obstrucción en las venas y la sangre se estanca con más facilidad. El esfuerzo que hay que hacer en el baño también va dañando las venas de la parte inferior de las piernas. El salvado puede ayudarte a regular el intestino, y también todos los alimentos integrales.
Ajo, cebolla y jengibre
Habrás oído muchas veces que el ajo y la cebolla son buenos para el corazón. Es debido a que tienen un efecto antiagregante plaquetario, lo que significa que, tomándolos, hay menos riesgo de que las arterias se dañen. Pues un efecto similar tienen en el circuito venoso de las piernas, ayudando a que mejore la circulación. Y lo mismo se puede decir del jengibre, que además acelera las digestiones.
Castaño de Indias
Es una de las hierbas medicinales que se usan más habitualmente para aliviar las varices porque tonifica y refuerza las venas gracias a un componente denominado esculina. Se puede utilizar la corteza (nunca los frutos, que son tóxicos) para elaborar una infusión y tomarla dos veces al día, una por la mañana y otra por la tarde.
Ruscus
Algunos le llaman “la planta de las piernas ligeras” porque reduce la permeabilidad vascular. Es decir, impide que el líquido rico en proteínas que está contenido dentro de las venitas “se escape”, lo que densifica la sangre que circula por ellas y empeora la circulación. La infusión se elabora con unos 30 g de la raíz y se toma dos o tres veces al día. Al igual que otras muchas infusiones, conviene evitarla en el embarazo.
Ojo con las grasas
Las de tipo saturado, que se encuentra en los lácteos enteros (no desnatados), los embutidos, la mantequilla, la nata, el tocino, la bollería industrial aumentan los triglicéridos y el colesterol. Y eso, además de dañar el corazón por varios motivos, hace que la sangre se vuelva más densa, más viscosa, con lo que circula peor.
La sal es otro gran enemigo a combatir
Al tomarla en exceso (y todos aquellos alimentos preparados que contengan altos niveles de sodio) se retiene más agua en el organismo y eso acaba alterando la circulación sanguínea. Lee con atención las etiquetas de los alimentos preparados que compres: si consta que tiene más de 200 mg de sodio por cada 100 g de producto no te conviene, es alto en sodio.
Desconozco de donde proceden los datos, pero es real y eficaz, me lo enviaron a mi correo.