Original de
Francisco Álvarez Hidalgo
-
Olvidaré al invierno, que se atreve
-
a desplegar en campos y ciudades
-
su monótona túnica de nieve;
-
-
y en tristes, lúgubres oscuridades
-
envuelve los paisajes de la mente,
-
anestesiándolos en soledades.
-
-
Lo olvidaré para mirar de frente
-
el arco del exótico trineo
-
y su efusivo auriga sonriente.
-
-
Sueños de niños elevarse veo
-
de cada chimenea, en espirales
-
con el humo, en inquieto balanceo,
-
-
enviando inequívocas señales
-
de la curiosidad adormecida
-
cansada de esperar tras los cristales.
-
-
Y tú y yo esperaremos su venida
-
tendidos en el suelo, junto al fuego,
-
el alma en flor, la piel estremecida,
-
-
redescubriendo sin cesar el juego
-
que encadena sentido y sentimiento,
-
y enlaza el arrebato y el sosiego.
-
-
Tropezará sobre la calle el viento,
-
en el hogar crepitará la llama,
-
y sobre ti caerá mi atrevimiento,
-
-
cálida catarata que derrama
-
suavidades con tintes de locura
-
y que en cualquier lugar te hará una cama.
-
-
Moldearán mis manos tu escultura,
-
me besarás, recibirás mi beso,
-
y dormiré abrazado a tu cintura,
-
-
soñando en un viaje sin regreso,
-
por un camino azul de fantasía,
-
donde he dejado ya tu nombre impreso.
-
-
Y al despertarnos el albor del día
-
veremos que está el árbol navideño
-
engalanado con la sinfonía
-
de colores que vimos en el sueño.
Francisco Alvarez Hidalgo
|