Domingo 20 de octubre: "Día de la Madre"
El Día de la Madre en Argentina se celebra todos los años el tercer Domingo de Octubre. La costumbre consiste en compartir una comida en familia y ofrecer un regalo a las mamás.
En el Día de la Madre, hazle un homenaje especial a esa mujer querida, escríbele mensajes diciéndole que la quieres, hazle un poema, mándale sus flores favoritas, una caja de bombones, un desayuno o un día en el SPA.
La madre es donde primero acudimos los hijos cuando tenemos problemas, quien sin preguntarnos sabe lo qué nos pasa y, siempre podemos contar con ella. Por más errores que cometamos en nuestras vidas, siempre estará ahí para recibirnos de nuevo. Porque como se suele decir “madre no hay más que una”.
Por eso, se merecen más que una flor, un perfume o un regalo. Se merecen que cada día les demostremos cuanto las queremos y que les digamos lo importantes que son para nosotros. Todos los días son el día de la Madre.
Madrecita mía
Madrecita mía,
madrecita tierna,
déjame decirte
dulzuras extremas.
Es tuyo mi cuerpo
que juntaste en ramo
deja revolverlo
sobre tu regazo..
Juega tú a ser hoja
y yo a ser rocío,
y en tus brazos locos
tenme suspendido..
Madrecita mía,
todito mi mundo,
déjame decirte
los cariños sumos...
Gabriela Mistral
LA MADRE
Tus primeras caricias, madre mía, que desde niño, alegre me ofreciste en el cofre de amor guardo a porfía aquel ramo de besos que me diste.
Adoro en mi soberbia lejanía esos dulces consejos que trajiste. Adoro la altivez y la osadía de todos los regaños que me hiciste. Adoro en ti la virginal pureza, la dulce suavidad de los jazmines y la sola esperanza de mi grito.
Eres la encarnación de la belleza, el perfume de todos los jardines y la canción de Dios al infinito.
Por …… Jaime Tobón Villegas
LAS MADRES NUNCA MUEREN
¡Oh, cuán lejos están aquellos días en que cantando alegre y placentera, jugando con mi negra cabellera, en tu blando regazo me dormías!
¡Con qué grato embeleso recogías la balbuciente frase pasajera que, por ser de mis labios la primera con maternal orgullo repetías!
Hoy, que de la vejez en el quebranto, mi barba se desata en blanco armiño, y contemplo la vida sin encanto, al recordar tu celestial cariño, de mis cansados ojos brota el llanto, porque, pensando en ti, me siento niño.
Un golpe di con temblorosa mano sobre su tumba venerada y triste; y nadie respondió... Llamé en vano porque ¡la madre de mi amor no existe!
Volví a llamar, y del imperio frío se alzó una voz que dijo: ¡Sí existe! Las madres, nunca mueren ... Hijo mío desde la tumba te vigilo triste...
¡Las madres, nunca mueren! Si dejan la envoltura terrenal, suben a Díos, en espiral de nubes... ¡La madre, es inmortal!
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