Al tocar los pétalos de una rosa, puede que me deleite por su textura suave y aterciopelada. Si acerco la flor a mi cara, su esencia me hace sonreír. Tomar la rosa por el tallo y tocar sus espinas, puede herir mi piel y causarme dolor. Las estaciones de mi vida son como la rosa, dulces y suaves mas también afiladas y punzantes.
Cuando admiro la belleza de la rosa y su fragancia, también he de aceptar sus espinas—ya que son parte de ella. A lo largo de mi vida, he disfrutado de gozo y afrontado dificultades. Tanto en los tiempos felices como de tristezas, siento gratitud por la presencia de Dios. Acepto la vida como acepto la rosa, desde el botón bañado de rocío, hasta sus pétalos marchitos.