Descubro el orden divino en acción en todo lo que me rodea. Lo percibo al observar patrones consistentes y estructurados. En la naturaleza, veo ejemplos de perfecto orden. El sol sale y se pone, las estaciones cambian y la tierra gira sobre su eje.
El orden divino fluye con la facilidad del arreglo armonioso de una canción hermosamente compuesta o de la progresión de una secuencia matemática infinita. El orden divino mantiene todo unido, incluso aquello que pareciera caótico o sin razón.
Puede que no pueda verlo todo, mas confío en la estructura que sustenta la vida. Cuando observo esa simetría en mi vida y en el mundo, siento la seguridad del orden divino.