Sonrío y finjo estar asustado cuando los niños del vecindario llegan a mi puerta disfrazados a pedir caramelos. Ellos disfrutan haciendo creer que asustan a otros con sus disfraces. Simular miedo es parte de la diversión.
Mas en la vida, puede que como respuesta a un desafío inesperado, sienta un miedo avasallador que perturbe mi bienestar emocional. Al primer indicio de inquietud, recuerdo que el poder protector de Dios está tan cerca como mi próximo pensamiento.
Digo “no” al miedo y “sí” a la fe. Mi confianza crece cuando practico estar en la Presencia. Reconozco el poder protector de Dios, así como Su amor y sabiduría. Dios me guía siempre en todo lo que hago.