En verdad es justo y necesario
que te bendigamos, Dios de la justicia y de la paz
vivo y verdadero, que rechazas de corazón
la prepotencia y la soberbia de los grandes
y quieres la igualdad para tus hijos
sin privilegios de clases ni de razas.
Por Jesús, tu hijo y nuestro hermano
a quien vemos sufrir en estos días
el horror y la angustia de esta crisis,
el hambre, la miseria y el silencio.
Por la lucha del pueblo, su fuerza y entereza
Los pobres nos enseñan a hacer
a partir del dolor y de la muerte
un himno de esperanza y vida nueva.
Santo, Santo, Santo, Santo
Santo es nuestro Dios,
Señor de toda la tierra,
Santo, Santo es nuestro Dios.
Santo, Santo, Santo, Santo
Santo, Santo en nuestro Dios
Señor de toda la historia
Santo, Santo es nuestro Dios.
Que acompaña a nuestro pueblo,
que vive nuestras luchas,
del universo entero
el único Señor.
Benditos los que en su nombre
el evangelio anuncian,
la buena y gran noticia
de la liberación.
Santo, Santo, Santo, Santo
Santo, Santo es nuestro Dios
Señor de toda la tierra,
Santo, Santo, es nuestro Dios.
Padre bueno, te queremos decir que nos golpea
la tragedia y dolor de tantas muertes
el injusto sufrimiento de las víctimas,
tu silencio aparente.
Nos sentamos Señor,
en la mesa de la fraternidad,
con las víctimas de hoy y de estos tiempos,
con las gentes sencillas, sin renombre
para hacer juntos el recuerdo de Jesús
y de tantas hermanas y de hermanos
que vivieron por la solidaridad.
Quédate en medio de nosotros
y fecunda con tu sangre y la de tus testigos
la lucha que hace libertad.
Que el sufrimiento de tu pueblo inocente
dé frutos de paz.
VEN, SEÑOR JESÚS.
RECORDAMOS AL PUEBLO POBRE EXTENDIDO POR TODA LA TIERRA
Acuérdate de la vida amenazada de tus pobres.
Del empobrecimiento progresivo provocado por esta injusta crisis
que sufre la inmensa mayoría de los pueblos
de América Latina, de África, de Asia
y de todo el mundo. Hagamos resistencia.
Alienta su esperanza y damos fuerza para acompañarles y comprometernos en su esfuerzo liberador.
Ayuda, Señor la lucha para seguir viviendo
en medio de la mentira y la opresión,
la capacidad de compartir los problemas,
buscando soluciones colectivas.
Acuérdate de la violencia que golpea sus vidas.
Ten presente, Señor, el sufrimiento
de los que esperan la muerte anunciada
por la guerra y el hambre,
por la tierra arrebatada,
y aun conservan su dignidad humana
y de criaturas tuyas.
Hagamos presentes a todos los hombres y mujeres que están muriendo por las guerras injustas. A todos los niños que mueren cada día víctimas del hambre y la enfermedad provocadas por el saqueo de las riquezas de sus pueblos.
A todos aquellos que vivieron con el corazón abierto ante los más débiles y supieron compartir su compromiso luchando por la llegada del Reino y nos enseñaron el camino del compromiso. A nuestro compañero Ignacio, a Monseñor Proaño, el obispo de los indios, a Monseñor Méndez Arceo por su visión profética, a los compañeros jesuitas de El Salvador, a Monseñor Gerardi y, a todos los que sin nombre dieron su vida por la Libertad de los pueblos. Y entre todos, en un lugar central, a Monseñor Romero. Ellos que nos enseñaron a ser solidarios y sensibles ante el sufrimiento. Silencio.
Dales a estas personas queridas e inolvidables
el lugar del descanso en tu corazón,
la vida que no se acaba
y la comunión de los que queremos
continuar su tarea.
PADRE NUESTRO
PLEGARIA DEL LABRADOR
Levántate y mira la montaña
de donde viene el viento, el sol y el agua.
Tú que manejas el curso de los ríos,
tú que sembraste el fuego de tu alma.
Levántate y mírate las manos.
Para crecer, estréchala a tu hermano.
Juntos iremos unidos en la sangre.
Hoy es el tiempo que puede ser mañana.
Líbranos de aquel que nos domina en la miseria,
tráenos tu Reino de Justicia y de Igualdad,
sopla como el viento la flor de la quebrada,
limpia como el fuego el cañón de mi fusil.
Hágase, por fin, tu voluntad aquí en la Tierra.
Dános tu fuerza y tu valor al combatir,
sopla como el viento la flor de la quebrada,
limpia como el fuego el cañón de mi fusil.
Levántate y mírate las manos.
Para crecer, estréchala a tu hermano.
Juntos iremos unidos en la sangre.
Ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
Cuando el pobre nada tiene y aún reparte,
Cuando un hombre pasa sed y agua nos dá,
Cuando el débil a su hermano fortalece,
VA DIOS MISMO EN NUESTRO MISMO CAMINAR
Cuando sufre un hombre y logra su consuelo,
Cuando espera y no se cansa de esperar,
Cuando amamos aunque el odio nos rodee,
VA DIOS MISMO EN NUESTRO MISMO CAMINAR
Cuando crece la alegría y nos inunda,
Cuando dicen nuestros labios la verdad,
Cuando amamos el sentir de los sencillos,
VA DIOS MISMO EN NUESTRO MISMO CAMINAR
Cuando abunda el bien y llena los hogares,
Cuando un hombre donde hay guerra pone paz,
Cuando hermano le llamamos al extraño,
VA DIOS MISMO EN NUESTRO MISMO CAMINAR
CANTO A LA LIBERTAD (Labordeta)
HABRA UN DIA EN QUE TODOS
AL LEVANTAR LA VISTA
VEREMOS UNA TIERRA
QUE PONGA LIBERTAD.
Hermano, aquí mi mano
será tuya mi frente y tu gesto de siempre
caerá sin levantar huracanes de miedo
ante la libertad.
Haremos el camino en un mismo trazado
uniendo nuestros hombros para así levantar
a aquellos que cayeron gritando libertad.
Tocarán las campanas desde los campanarios
y los campos desiertos volverán a granar
unas espigas altas dispuestas para el pan;
para un pan que en los siglos
nunca fue repartido entre todos aquellos
que hicieron lo posible por empujar
la historia hacia la libertad.
También será posible
que esa hermosa mañana
ni tu, ni yo, ni el otro
la lleguemos a ver,
pero habrá que forzarla
para que pueda ser.
Que sea como un viento
que arranque los matojos,
surgiendo la verdad
y limpie los caminos
de siglos de destrozos
contra la libertad.
HABRA UN DIA EN QUE TODOS ...
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