También se emplea como condimento en pastas, patatas a lo pobre, salsa de sofrito, en picada con perejil, pisto, carnes y pescados a la parrilla. Incluso da nombre a numerosos platos, como la sopa de ajo, el bacalao ajoarriero, el alioli o el conejo al ajillo. Crudo se restriega sobre lonchas de pan tostado o sobre picatostes. También se macera en aceite de oliva para aliñar ensaladas.
Algunos trucos
Para evitar el gusto fuerte y que repita su sabor durante horas después de su consumo se puede abrir el diente de ajo por la mitad y quitarle el tallito verdoso que tiene en su interior. Para atenuar su sabor podemos poner los dientes de ajo en remojo durante una hora antes de la cocción y luego utilizarlos de una forma natural.
Para atenuar el sabor del ajo podemos ponerlo en remojo durante una hora antes de su uso
Para macerar previamente con ajo la carne (lomo de cerdo, pollo...) para los asados, cortaremos los dientes de forma puntiaguda y los clavaremos en la carne que queramos asar. Los dientes de ajo se pueden picar, trocear, laminar o triturar totalmente. La forma dependerá del uso que se les vaya a dar.
Para freír los ajos debemos evitar la cocción a fuego fuerte para que no se tuesten y para que, de esta manera, no sepa a amargo el aceite donde hemos frito el ajo. Por otro lado, cuanto más tiempo se cocinen más perderán el sabor fuerte que les caracteriza, sobre todo los guisados largos y cocciones de legumbres. De todas maneras, debemos tener cuidado en su utilización porque nos puede matar el sabor del plato principal.
Su fuerte sabor y su olor tan profundo, típicos de la gastronomía mediterránea, hacen que a algunas personas les cuesta habituarse. Por ello su utilización en la cocina internacional no está muy extendida
fuente consumer eroski