Tú has sido la única persona en mi vida a la que hice daño a conciencia, sabiéndolo,
no hice nada por evitarte dolor, incluso me complacía mostrarte mi falta de afecto.
Perdona, ahora que puedes entenderlo; lo hice porque siempre tomé partido por otra, sentí que sólo tú eras culpable y la otra parte sólo víctima. Demasiado tarde
pude entender todo, demasiado tarde ví la otra faceta, la otra parte de la película,
ésa que nunca consentí escucharte, nunca quise verlo desde tu lado, nunca permití
que te explicaras, nunca hice por uniros, nunca por ayudar a romper las barreras,
al contrario yo me presté a ser el apoyo con el que la barrera fuera mayor. Ya
era demasiado tarde cuando pude ver que tú también te defendías, que te dejamos
solo y culpado, con tu dolor y sin abrirte una puerta, sin prestarte atención.
Ahora puedo entender lo que pasaste, quizá éste es el sentido del dolor. Tú sí
querías acercarte, tú si necesitabas ser escuchado, nunca tuve queja personal ´
de tí, sin embarbo yo sólo ví por otros ojos y era a mí a quien necesitabas
confiarte, pero yo no te dí oportunidad. Lo supe, en seguida, pero demasiado tarde.
Nunca antes tengo recuerdo de ese enconamiento por nadie que no me hubiera
hecho previamente la lucha a mí. Sin embargo me equivoqué, una vez, pero fue
suficiente, una sóla equivocación pudo hacerte sentir sólo, sin respuesta a tu
necesidad de acercamiento de consideración, una sóla equivocación hizo que
tu vida careciera de sentido.
Nunca más, Señor, nunca más permitas que vuelva a cometer esa equivocación.