Era ella...
Era verdad, que era ella,
ni tu ni yo, lo sabiamos,
pero cuando llegaba el día
a todos nos daba su alegría,
los jardines cuando la veían
sus fragancias despedían,
las flores sus petalos cedían
a cada paso que ella hacía,
era ella,
la madre de mis días,
en sus ojos su luz nos traía,
su cabellera era el puente
entre el cielo y la tierra,
sus manos eran,
un rosario a la Virgen María,
hoy que estoy
como una hoja muerta
me sumerjo en su mirada,
y en su almohada
quedan los sueños
de la nueva alborada,
cuando despierten
partiran a su morada.
El Caminante... |