Porque a veces las palabras
son como dardos envenenados,
rayos que nos dejan calcinados,
que duras son las tempestades,
a veces volamos como plumas,
hacia la misma muerte
que nos sonrie desde el mas allá,
por ti llegué a este laberinto
donde brota un canto de amor,
un corazón nuevo al amanaecer,
nubes de algondón al atardecer,
un rayo de luz al arder el sol,
la penumbra se inunda de soledad
no hay armonía, ni sinceridad,
el reloj no se cansa de andar
no se pueden las horas atrasar,
tras el silencio como en un espacio
se busca de encontrar el final
cielo y tierra siempre unidos estan
aunque les tratemos mal.
El Caminante... |