Al despertar,
quise mirar al sol,
las nubes
lo cubrían por la mañana,
le iban cerrando sus rayos
para que yo no lo mirara,
de eso yo no entendía,
porque era una lucha
de casi todos los días,
el cielo era mi refugio
que cuando llovía
mi cuerpo humedecía,
nada sentía
mi cuerpo yacía frío,
mis manos blancas y vacías
con recelo una rosa cogía,
por la espina
que a mi corazón hería,
la luna aun dormida
escucho mi lamento
y le dijo al viento...
“abrázale
que sufre un lamento”,
éste me buscó
pero todo ya era silencio,
las flores
lloraban en silencio,
las gotas de rocío
eran sus lágrimas de dolor,
porque ellas
también lloraban de amor.
El Caminante... |